CHUNTA

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CAPÍTULO 3

En cuanto cruzaron la puerta, el cabello de Takato fue tirado hacia atrás con fuerza, provocando que los bira bira tintinearan resonantes. Un quejido de dolor escapó de su boca, pero de inmediato fue silenciado por una palma que se posó sobre sus labios, presionándolos. Las feromonas agresivas que escapaban del mayor le dificultaban la respiración, haciendo más espinoso el momento.

Podía sentir como las finas hebras se tensaban y el reflejo le hizo llevar sus manos sobre la del Alfa, quien mantenía el despiadado agarre sin intención alguna de soltarle, sino todo lo contrario, pues seguía enredando más y más entre sus dedos la larga melena.

—¿Por qué estabas a solas con él? ¿por qué dejaste que te pusiera su abrigo? ¿le has permitido tocarte? Te encanta seducir a otros, ¿cierto? Con esa cara inocente los embrujas, como una perra en celo.

Su voz se escuchaba como finas cuchillas que desgarraban todo a su paso, la ira y los celos se mezclaban en una muy mala combinación, que por lo regular llevaba siempre al mismo camino; es decir, a él siendo violado, golpeado o encerrado.

El azabache buscó con la mirada al mayor, parpadeó varias veces y con una de sus manos palmeaba la que obstruía su boca. Quería hablar y aclarar la situación, pues de no hacerlo se arriesgaba a pasarla aún peor; sin embargo, Himura no se inmutaba ni cambiaba su posición. Era como si en realidad no buscara respuestas, sino solo sacar su frustración.

Ante la negativa, Takato cambió de dirección, posando sus ojos en Hashiba, quien veía toda la escena desde primera fila sin mover una sola pestaña. Con la mirada le suplicaba que le ayudara, pero el sujeto tenía muy en claro su lugar y siendo honesto, jamás haría algo en contra de su Oyabun, por muy en desacuerdo que pudiera estar.

Estoy harto de esto, no tiene fin... si tan solo pudiera, si pudiera...

Apretó los puños, el dolor en su cabeza aumentaba, así como su impotencia. Su tolerancia también tenía un límite y desde temprano el de ojos ámbar lo había estado presionando sin descanso, empujándolo más y más a la orilla del precipicio llamado imprudencia.

—¿Por qué lo miras a él? él no te ayudará – soltó con tono burlón.

Tranquilo, no lo escuches, ya pasará... no desesperes.

Se repetía a sí mismo en su mente.

—¡Entiende que tú eres mío! No me avergüences. Si te vuelvo a ver a solas con otro hombre olvídate de ver a Haru por un mes. Yo soy el dueño de tu vida y yo decido qué hacer cont...

¡Paf!

—¡SEÑOR!

Hashiba, que había permanecido inmutable, soltó un grito cuando la delgada mano del ojiazul golpeó decidida la mejilla del bocón; el cual, por la sorpresa, soltó a Takato liberándolo de su agarre.

En cuanto se vio sin ataduras se alejó unos pasos de él, huyendo de las feromonas y martirio. Tosió con fuerza dirigiéndole una mirada de fuego para posteriormente comenzar a gritarle.

—¡Deja ya de amenazarme poniendo a Haru de por medio!, no estaba a solas con ese hombre y el abrigo lo colocó antes de que pudiera negarme. No me ha tocado y jamás he estado con otro que no seas tú, ¿cómo podría entonces tener esas habilidades que dices? Ya cierra la maldita boca. Si tú mismo te has encargado de que no pueda estar con nadie.

Himura acariciaba donde le habían golpeado, la bofetada había sido contundente. Una sonrisa torcida se formó en su cara para después soltar una sonora carcajada.

—¡JAJAJA! tenías mucho que no sacabas las uñas, casi olvidaba cómo eres realmente, un gato callejero y salvaje que araña y gruñe – caminó hasta él y lo jaló hasta tenerlo entre sus brazos — esto ha sido refrescante, hasta me has puesto de humor... - dijo bajando su mano por la espalda del delgado, llevándola hasta su trasero, palmeándolo, apretándolo. — No tientes tu suerte Takato o la próxima vez la mejilla golpeada, será la tuya – susurró mordiendo la oreja del contrario.

CAGEDWhere stories live. Discover now