TERMINÓ

938 75 59
                                    


CAPÍTULO 42

TERMINÓ

Ramiro acariciaba con movimientos suaves la espalda de Takato mientras este vomitaba en uno de los tantos matorrales del bosque.

—Sácalo, sácalo todo – pronunciaba el moreno frunciendo el ceño. Él había visto hasta sesos de fuera en su larga vida de delincuente, pero el vómito era su talón de Aquiles. Así que mientras que con su voz animaba al omega, su cara se ponía verde a cada segundo al tiempo que presionaba su puño contra su boca.

—¡Bluagh!

La presión que Takato había estado soportando, el asco, el coraje, las memorias que lo aterraban, el olor de tantos alfas, sus emociones y decisiones terminaron por revolverle el estómago. Jamás imaginó que un día la vida de muchas personas estarían en la palma de su mano y que un simple "sí" o "no" sería tan determinante. Era una carga pesada, demasiado, a decir verdad, y la llevaría por el resto de su vida, pero la paz de su hija y de él mismo valía más que cualquiera cosa o persona, por lo que aunque lleno de remordimientos cargaría con sus nuevos demonios sabiendo que estos solo volverían a atacarlo en sus sueños y no en la carne.

De solo imaginar lo que los Clanes harían con aquellos hombres, era más que suficiente para sentirse enfermo. Por lo que quiso terminar todo cuanto antes, tranquilizarse, dejar de pensar y volver con su pequeña para no separarse jamás.

Dio unos toques al hombro del moreno intentando estabilizarse —Ya... ya estoy bien – murmuró limpiando su boca con el agua y pañuelo que Ramiro le ofreció.

—'Ta bueno... – hizo una pequeña pausa juntando sus cejas pobladas. A su parecer, Takato no estaba bien, por lo que ya estaba preparando un par de palabras para confortarlo. Sabía que su pequeño niño era extremadamente sensible, podía encerrarse en su coraza, mostrar un semblante ferreo, pero por dentro, el enorme y tierno corazón soportaba y cubría con parches sus heridas —¿Quieres que hablemos sobre eso?

El rostro de Takato se tensó por un segundo. Sus enormes pestañas temblaron —No me arrepiento de nada, Ramiro – levantó la cabeza encarando a su amigo. Sus ojos no mentían, realmente no se arrepentía de su decisión, pero eso no significaba que le gustara —Sé lo que he hecho, yo... yo... - pronto una lagrima tras otra fueron cayendo por su rostro — acabo de hacer algo horrible, los sé... pero aun así... - hizo una pausa para tomar aire, mismo que dejó salir pausadamente. Mordió su labio inferior y respiró hondo un par de veces más —siento como todo lo que estaba acumulado por años; todos mis miedos, inseguridades, humillaciones, dolor... todo... todo se ha ido... jaja él ya no podrá controlarnos. Haru y yo viviremos en un mundo donde ¡él ya no estará!, uno en el cual no tendré que preocuparme de que aparezca frente a nosotros haciendo lo que quiera, lastimándonos... ya no, ya no... – un suspiro de alivio acompañó a su mano que acariciaba su pecho — Comenzaremos de nuevo... estaremos bien... ¿verdad? – en cuanto hizo la pregunta, miró con ansias a su hermano como si esperara que este le confirmara que realmente todo había terminado. Su labio inferior no dejaba de temblar y su barbilla se contraía por el puchero que no controlaba.

Ramiro sonrió acariciando la cabeza del menor, pasó su enorme mano por su nuca y lo atrajo a él hasta envolverlo en un cálido abrazo — Dices bien, ¡no tienes nada de qué arrepentirte! – habló acariciando la pequeña espalda —Vivos, ¡cómo seguirían chingando la madre!, tendríamos que dormir con un ojo al gato y el otro al garabato, nomás pendientes de dónde vergas vendría la puñalada. Jamás ese cabrón de mierda volverá y con el tiempo todas las heridas que hay aquí y aquí – dijo señalando su cabeza y corazón — sanarán por completo.

CAGEDHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin