ROTO

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CAPÍTULO 16

ROTO

—Disculpe la espera. Aquí tiene su orden, que pase buena noche.

—Gracias – exclamó Ayagi escuetamente al recibir la comida. Revisó las charolas y caminó hacia su coche, las acomodó en el asiento trasero imaginando la cara que el moreno pondría cuando viera un buen corte de carne con sus respectivas tortillas y pico de gallo. El castaño había hecho una desviación en un restaurante de auténtica comida mexicana para darle una sorpresa a su hombre. Ya acomodado en el carro, tomó su celular por décima vez en ese rato, pero muy a su pesar no había nada de Ramiro; en cambio, en este solo desfilaban un sinfín de llamadas por parte de su padre que por supuesto no se había molestado en tomarlas. Enojado marcó nuevamente a quien le robaba el pensamiento, pero ahora, ya ni siquiera timbraba, sino que lo mandaba directamente al buzón. Enojado aventó el móvil y emprendió la marcha. —¡Ese... beta idiota!, no ha contestado ninguna de mis llamadas ni mensajes, ¿qué se piensa? ¡Todavía que me molesto en llevarle comida! ¡más vale que no me estés engañando Ramiro! ¡porque de ser así te vas despidiendo de esa anaconda que te cuelga entre las piernas! – refunfuñó metiendo el acelerador.

Unos minutos después y tras mucho berrido, Ayagi ya había llegado al complejo de apartamentos con la espada desenvainada. No le gustaba el lugar y en repetidas ocasiones le había dicho al moreno que se fuera a vivir con él, pero este era orgulloso y si bien el departamento no era horroroso, no tenía los lujos a los que el Yakuza estaba acostumbrado. —He de quererte mucho Ramiro – soltó mientras veía como los números cambiaban mientras subía por el elevador.

En cuanto las puertas se abrieron caminó por el pasillo hasta llegar al departamento 512. Estaba por meter las llaves cuando esta se abrió de golpe dejando a la vista a un chico que no conocía y cuyo rostro se veía tan sorprendido como el de él.

Impactado por la sorpresa comenzó a vociferar:

—¡¿Quién eres tú? ¿por qué estás aquí? ¿de qué conoces a ramiro?! - Preguntó cada vez más enojado —¡Habla, imbécil! – demandó Ayagi impaciente.

Ken estaba anonadado de encontrarse al Hijo del Oyabun Ayagi en la casa de Tanaka, "¿qué hace él aquí?, ¿acaso son amigos?" fue el primer pensamiento que se le vino a la mente. Tras el grito del castaño, Ken se sacudió toda idea loca.

Así, recuperado de la impresión, iba ya a responderle, pero en eso, unos gritos espantosos salieron de la habitación del moreno provocando escalofríos en ambos. Sin pensarlo dos veces Ayagi dejó caer la bolsa de la comida, apartó a Ken de su camino y corrió hacia el lugar de donde provenía el sonido.

—¡¿Ramiro?! – llamó impaciente con tono angustiado pateando fuera todo lo que le obstaculizara su paso.

En cuanto entró a la pieza su corazón se estrujó y las entrañas le hirvieron. Tirado en la coma boca abajo, el moreno apretaba las sábanas y hundía el rostro en la almohada mientras el doctor que lo acompañaba curaba las espantosas heridas que se extendían por toda su espalda y manchaban de sangre alrededor.

Fue hasta el segundo grito que Ayagi logró reaccionar e importándole una mierda la edad del doctor, lo tomó de la bata y lo empujó lejos del moreno sin medir su fuerza. Los utensilios que el de la bata blanca ocupaba para la curación se vieron regados por el piso con sonido escandaloso.

El hombre al no tener manera de sostenerse ante el ataque se estampó de lleno contra la pared. Algo aturdido se incorporó con dificultad sobando su espalda y con evidente molestia gritó:

—¡Pero! ¡¿qué está haciendo?! ¡Este es mi trabajo!¡solo cumplo con lo que me pidieron!

Ayagi que no perdía de vista el rostro adolorido de Ramiro, giró la cabeza cuando el doctor habló. Apretando los puños para contenerse, arremetió totalmente encolerizado:

CAGEDWhere stories live. Discover now