Capítulo 3

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Me quedé en silencio un rato, esta situación era ridículamente extraña. Mi mamá hubiera creído que esta situación era graciosa, pero yo solo puedo pensar en lo mucho que odio a Ryle y a toda su familia.

—No entiendo por qué no lo haces.
—le respondí luego de un incómodo silencio. —Eres el príncipe, probablemente me quieres muerta de mil maneras. —añadí. Me miró, realmente lo hizo por un buen rato, y pensó su respuesta detenidamente, hijo de puta, solo quería torturarme.

—Sí, te quiero muerta. Pero también quiero escapar de mi madre.— su respuesta me pareció absolutamente inmadura, los humanos son estúpidos de pies a cabeza.

Y así sin más se levantó del suelo, sin romper ni por un segundo el contacto visual, me examinó por completo y sin molestarse siquiera en disimular, mi pálida piel, mi cara cubierta de pecas, el minúsculo tatuaje en mi muñeca, y de todo lo que marcaba la diferencia entre mi y un humano, todo lo que me convertía en una bruja. Me miró tan descaradamente que inconscientemente fruncí mi ceño ante él.

—¿Siempre estás tan malditamente enojada o es solo tu mirada de perra? —me acaba de insultar. El príncipe de Inglaterra acababa de insultarme.

—¿Disculpa?  —fueron las únicas palabras que fui capaz de formular, quizás, debí gritarle o azotar su cara contra un libro por atreverse a hablarme de esa manera, pero recordé, que soy una bruja y el podría matarme en cuestión de segundos, recuperé la compostura.

—Te disculpo. —dijo con una juguetona sonrisa dibujada en el rostro, creía que tenía todo el mundo a sus pies, eso era claro. Pero también era claro que, efectivamente, él si tenía el mundo a sus pies, <era de la realeza>. No me permití olvidar eso, ni por un segundo.

Al cabo de unos minutos, recorrí todo aquel lugar, me fijé en los pequeños detalles, había un enorme ventanal quebrado en toda su esquina inferior, probablemente entramos por ahí, probablemente por ahí puedo escapar.

Pero no lo hice.

Él estaba mirando libros que yacían bajo los escombros del sitio. Siempre me parecieron absurdos los libros, la necesidad que los humanos tenían por leer pensamientos ajenos es realmente extraña. Todo sobre los humanos es absurdo, no creo que pueda si quiera comprenderlo alguna vez.
Ryle se giró para verme y me pilló observándolo.

—Bien, me voy. —Dijo de forma tan casual que me dieron ganas de golpearlo.

—¿Que te vas? —Supuse que yo también debería irme entonces, no sabía que tan peligrosa era la situación ni cuántos humanos frecuentado esta librería.

—Si, me voy, pero a ti no te conviene irte de aquí, créeme. — Dijo eso y empezó a caminar hacia el ventanal para marcharse.

—¡Tu no puedes decirme qué hacer y que no! Además, ni si quiera sé si aquí es seguro.—le espeté mientras se alejaba haciendo caso omiso a mis palabras.

—Claro que puedo decirte que hacer, soy el maldito príncipe. —se detuvo un segundo y me clavó los ojos como dagas —aquí estarás a salvo, bruja.

Antes de que pudiera responderle que él no era mi príncipe y yo no obedecía a la monarquía, levantó el dedo del medio y se fue.

Qué estúpido, pensaba que la familia real tendría al menos modales.

Una razón más para odiar con todo mi corazón a la monarquía.

Y a los humanos en general.

El único humano que conocí abiertamente fue Aidan, me regaló la capa que uso siempre. Él era absolutamente impredecible y hablaba hasta por los codos, me pregunto si todos los humanos son igual de impulsivos e inquietos. Solía ir a caminar con Aidan seguido, teníamos algo muy parecido a una amistad. Pero suun día su monótona y humana madre nos vio conviviendo.

Más bien, me vió a mí, y, al parecer a las mujeres humanas no les agrada que su hijo tenga a una bruja como compañía, nos ven como monstruos y cuando me acercaba a ella, la señora empezaba a rezar como si el mundo se fuera a acabar. Loca de mierda. En fin, no volví a ver a Aidan como mi amigo y tampoco me interesó hacerlo.

Aún así cuando lo volví a ver hace un par de meses él se portó amable y me sentí estimada por él. Claro que no me interesa abiertamente lo que pase con su vida. Lo apreciaba, si, pero mis emociones, las de las brujas en general, no son tan fuertes e intensas como las de los humanos.

Una bruja, por ejemplo, no moriría por amor, lo cual me parece sensato.

Los humanos tienen una visión más sensible de la vida. Eso solo los hace más débiles. Y patéticos.

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