Capítulo 20

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Ryle me llevó escondida hasta mi habitación y se fue a desayunar. Heigh lo acompañó y lo que más me llamó la atención de él es que no mencionó lo obvio, si, que soy una bruja. No lo dijo y tampoco me miró con desdén o prejuicio. Lo cual agradezco en cierto grado, lo único que pido es que mantenga silencio y sepa guardar el secreto.

Hoy llega la familia real de Francia. Ryle estaba nervioso y aunque trató de disimularlo no podía esconder la angustia que desbordaba de sus ojos.
Estoy bien, me decía todo el tiempo, cuando sus ojos indicaban todo lo contrario.

Al llegar a mi habitación vi una bandeja de comida sobre la cama. Abenia debe de haber venido a dejar mi desayuno. Seguiré sin comer eso, en algún momento del día Ryle vendrá y me dará comida artificial.
Me bañé, con agua helada hasta la médula porque mi piel anhela el frío hasta cierto punto, el haber estado tanto tiempo al borde de la hipotermia me hizo acostumbrarme más de lo normal. Me puse jeans y una camisa, de nuevo.

Tuve tiempo, muchísimo, y aunque tenía un montón de libros en el estante sin leer no tuve ganas de abrirlos. Me paré frente al espejo y me miré, hace un buen tiempo no lo hacía. Mis ojos estaban casi grises y mis pupilas dilatadas por el contacto con el agua helada. Mi cabello dorado, cortado disparejamente hasta los hombros, me lo corté yo misma hace un tiempo con un vidrio que encontré en un bosque, el cabello largo me incomodaba. Y mis pecas, de todos los tamaños cubriendo todas mi nariz y mejillas, y mi piel. Tan pálida  que duele. Esa piel que me delataría con solo ser revelada. Aún así, me gusta mi piel, me recuerda a la nieve y la nieve es parte de lo que fui, me guste o no. Decidí que pasara lo que pasara, mi piel seria pálida y yo, estaría orgullosa de ello, orgullosa de no ser humana.

A la hora de almorzar tocaron la puerta y abrí a Abenia que venía a dejar la comida.

–Buenos días. – me dijo más amable que de costumbre.

Le di un saludo con mi cabeza y reemplazando la bandeja llena del desayuno por la del almuerzo se fue.

No comí nada.

Me puso nerviosa no saber de Ryle durante toda la tarde. La curiosidad me carcomía y sólo podía imaginarlo cenando con la princesa de Francia.

A la cena, quizás a las 7 u 8 de la tarde, tocaron la puerta de nuevo.

Me preparé para ver a Abenia con la bandeja de la merienda en la mano, pero cuando abrí la puerta y vi la silueta masculina mis instintos se alegraron  creyendo ver a Ryle. Pero claro que no era él.

–Thadea. –me dijo con una sonrisa, muy distinta a la de Ryle, la sonrisa de él era más inocente, más sincero o quizás Heigh es realmente feliz.

–Heigh.– le dije del otro lado de la puerta.

–¿Me harás pasar? – sus ojos, iguales a los de Ryle, pero al mismo tiempo la mirada tan distinta, más brillante.

Me alejé del marco de la puerta para abrirle paso y entonces el pudo entrar, venía con una bandeja con comida, si, pero embasada, no carnes o frutas naturales.

–Ryle las envía. Dice que prefieres esta comida.

–Sí.

Un silencio, a diferencia de mis silencios con Ryle, este fue incómodo.

–¿Cómo está él?– le dije tratando de disimular el interés.

–Está bien. La embajada de Francia llegó hace un rato. – malditos franceses, nadie los quiere.

–Ah.

–El estará bien.

–No me interesa.– le dije al instante.

–Entonces no te aburriré. –me regaló una cordial sonrisa y empezó a caminar a la puerta.

–Espera. –le dije tomándole el brazo. Me arrepentí al instante porque él contacto me dio escalofríos.

–¿Si?

–Gracias por la comida.

–De nada– el silencio cada vez se engrandecía y no sabía cómo pedirle que se fuera– ¿Puedo preguntarte algo?

–Supongo.– le respondí  algo nerviosa.

–¿Donde conociste a Ryle?

–En el pueblo. –le dije rápidamente.

Se dio cuenta de que yo no le diría nada más y aún así se sentó a los pies de la gran cama.

–Escucha– tomó una bocana de aire y continuó– Ryle está preocupado –me dijo con sus  ojos verdes , iguales a los de Ryle, fijos en los míos– Se ve que te quiere, y también se ve que tú te asustas cuando estoy cerca, quiero que sepas que puedes confiar en mí, no le contaré ni a mamá ni a nadie sobre esto.– Cuando vio que me quedaba a callada siguió hablando– yo quiero a Ryle, cuando lo ayudé a escapar de acá, me sentí aún más solo. Es un castillo grande ¿sabes? Crecí junto a Ryle, mamá y papá siempre estaban ocupados. Y mi hermano se crió aún más solo que yo, así que le cuesta muchísimo expresar lo que siente y no puede cerrar la boca, así que porfavor creeme cuando te digo, que no te delataré, tampoco haré preguntas, porque me importa Ryle, y tu le importas a él.

No supe que decir, o que pensar, me quedé absorta en todo lo que me había dicho, las veces que escuché de Heigh, todas las personas del pueblo decían que era intachable, que estaba comprometido con la corona y era prudente y responsable, todo lo contrario a Ryle, por eso es, que me sorprende tanto que él haya sido quien lo ayudó a escapar, y que ahora haya prometido guardar el secreto. De pronto ya no sentí tanto odio hacia él como hacia el resto de los humanos.

–Gracias. –no fui capaz de decir algo más.

–¿De qué?

–Gracias por contarme. Ryle nunca me dijo nada de eso.

–Le cuesta hablar de sí mismo.

Cuando menos presté atencion, me di cuenta de que Heigh se había ido.

Trono De Brujas ✔️ (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora