Capítulo 35

1K 107 54
                                    

Si de mí dependiera; me quedaría sobre este tejado toda la vida apoyando mi cabeza en su hombro. Desearía que los segundos fueran más largos y  que el sol se mantuviera por siempre escondiéndose, pero sobre todas las cosas desearía poder quedarme de su lado, tomando su mano. Todos mis momentos felices se resumen a ahora, no es porque sea un príncipe, o porque me haya dejado quedarme aquí, es porque sabe quién soy, me conoce a mí, no a la bruja, no a la pobre chica que se esconde en el castillo, él me conoce a mí, Thadea.

Me dormí junto a él, en el techo del castillo, con tanto frío que llegué a tiritar, y a más de 10 pisos de altura, aún así   jamás me sentí tan viva en mi vida.

Pese a ver todo tan pequeño en el suelo, me siento vulnerable, porque aunque este momento sea perfecto los pensamientos me devoran, siempre lo están haciendo.

—Mierda. —Ryle se quejó en voz baja al despertarse y ver dónde estábamos.

—Hola. —le dije tranquila, separandome de él, traté de estar calmada, pese a que me la pasé toda la noche preguntándome que pasaría luego.

—Nos quedamos dormidos. —su camisa está húmeda por las gotas de lluvia de la noche y su cabello está desordenado.

—Lo noté. —le respondí poniéndome de pie cuidadosamente para no caer, por suerte no cedí ante las peticiones de Lúa y estoy con unos botines y no con zapatos de tacón. —Deberíamos irnos. —él parece seguir durmiendo pero asiente.

—Claro. —tomó mi mano, pese a lo incómodo y extraño que ha sido todo esto, y es enserio cuando digo que su contacto me hace sentir viva, de una forma que jamás sentí.

Él abrió la puerta del techo y bajamos por las escaleras,  entrar y ver   la enorme habitación con telescopios me hizo recordar que estamos en el castillo, rodeados de guardias y mucamas, el mundo ya no es nuestro y entonces desearía que así fuera.

Si el mundo fuera nuestro, quizás podría amarlo.

—Será mejor que vayas a cambiarte y desayunemos. —apuntó mi vestido y me miré hacia abajo, solo entonces noté lo desabrigada que estoy, solo un vestido y un pequeño abrigo, los botines y las piernas desnudas y temblando de frío, mi piel evidentemente pálida.

—Ya lo creo.— caminé hasta la puerta y sentí sus ojos clavados en mí mientras caminaba. Toqué la cerradura para poder abrir la puertecita pero su voz fría  me detuvo en seco.

—Nada cambiará, espero que lo sepas. —de pronto mi corazón comenzó a latir tan fuerte que dudé si antes lo estaba haciendo.

—¿Qué? —no me volteé. Sé que si lo miro a los ojos notará mi nerviosismo.

—¿Estás sorda? —dijo irritado, aún así hizo una pausa y siguió —Que tienes mi corazón, y eso nadie podrá quitartelo. —di un respingo y me atreví a mirarlo, sus ojos clavados en mí.

Hubiera sido fácil fingir que no lo escuché e irme, evadir todo esto y hacer como si nada, porque como el dijo, esto no terminará bien.

Pero no lo hice, corrí a sus brazos como si fueran lo único que puede soportar todo el peso y dolor que cargo, lo besé y él solo me correspondió, fue un beso lleno de amor, realmente lo fue, cómo si todos los problemas acabaran así.

Me separé de él y antes de decir algo el salió de la habitación dejándome sola, preguntándome si todo esto realmente había pasado.

Caminé hasta mi habitación para ducharme y poder abrigarme un poco, todo lo que tengo en mente es culpa, es una sensación que jamás alejaré de mí, estoy traicionando a todas y cada una de las brujas, Ryle no es malo, pero ellas no lo saben y eso me convierte en una traidora.

Trono De Brujas ✔️ (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now