Capítulo 16

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Me armé de valor, de un valor que no sabía que tenía mientras caminaba con Ryle hacia la entrada del castillo.

Mi corazón se aceleraba tanto que me sorprendió que no se saliera de mi pecho en ese momento, quizás él notó mi nerviosismo y ganas de salir corriendo, porque clavó sus ojos verdes en los míos y tomó mi mano, arrastrandome con él hasta un enorme portón que daba inicio al jardín.

Me miró, volvió a acomodar el gorro de mi capa para cubrir mi cara casi por completo y apretando mi mano dio un paso hacia el jardín que estaba en la entrada del castillo. Grande. Era enorme, más que cualquier cosa que hubiera visto jamás, no se puede comparar con nada, los detalles y la forma en la que está hecho hacen que me sorprenda de que, algo tan maravilloso esté construido por algo tan insípido como un humano. Absorta en mis pensamientos, no noté la cantidad de guardias que habían en fila en las orillas del lugar, la realidad me sacudió y al volver a ella mi corazón empezó a golpear nuevamente. Con la cabeza gacha y de la mano de Ryle, avancé. Llegamos hasta el centro del jardín, y un guardia salió de la formación y se empezó a acercar, no pude ver su cara porque mantuve mis ojos siempre en el suelo.

-Alteza.– dijo el guardia, haciendo una exagerada reverencia a Ryle. Se escuchaba la voz de un hombre nervioso, no era mayor, no más de 30 años, quizás.

Ryle conjuró un movimiento con su cabeza para saludar, el semblante absolutamente serio y la mandíbula tensa.

–Inmediatamente informaremos a su madre que ha regresado, señor Moore, si nos lo permite, claro está.— la expresión de Ryle no cambió en lo absoluto, no dijo una palabra así que el guardia continuó hablando. –Además, vemos que trae compañía.–No pude ver su cara en ese momento, pero estoy segura de que su mirada hacia mí reflejaba puro desdén.–Si gusta podemos escoltarla hacia el interior del castillo.

Ryle se quedó en silencio unos segundos, su mano entrelazada con la mía. Al cabo de un rato habló.

–No será necesario, soldado...?

–Lewyer, señor, Soldado Lewyer.

–Bien, soldado Lewyer, no requiero sus servicios ni los de ningún otro. Conozco el camino.– serio, tachante y hasta un tono de agresividad en su voz, a veces olvido que  él es de la realeza y fue criado para ser así.

Apareció otro soldado al rededor de nosotros.

–Disculpe, Señor Moore.–le dijo el recién llegado, este hombre tenía una voz aún más jovial, levanté la vista, sólo un poco para poder verlo, sus ojos también se fijaron en los míos y bajé la mirada, era joven, quizás de la edad de Ryle o un poco más, no tenía más de 20 años.–Soy el soldado Avery– continuó hablando y sentí en él apretón de mano de Ryle cómo la furia se apoderaba de él.–Si me permite, la Reina ha declarado que debemos de escoltarlos e informarle enseguida en caso de que usted aparezca, además de que no pueden entrar intrusos al castillo.– refiriéndose a mi, humanos, estúpidos humanos.

–Ni usted– Le dijo Ryle con un tono autoritario.–Ni nadie va a decirme cómo debo hacer las cosas. Iré yo mismo he informaré a mi madre sobre mi regreso, no quiero una sola intromisión. –Me atreví a mirarlo y su cara estaba tensa, jamás lo había visto enojado realmente, o quizás sólo está extremadamente nervioso. –En cuanto a ella– dijo Ryle. –no quiero que nadie le dirija la palabra, viene conmigo, por lo que no necesitan más explicaciones sobre su presencia.

Los dos guardias retrocedieron, volvieron a su formación con los demás y Ryle me condujo hacia la entrada.

–Salió bien.– me anunció mientras me regalaba una sonrisa.

Entramos al castillo y el frío se fue, el lugar estaba temperado, como si el invierno no pasara por allí, hace años que sentía frío, me había acostumbrado a él, pero debo admitir, me sentí aliviada cuando mi piel se entibió. Ni en un millón de años hubiera podido imaginar algo así, repleto de pinturas preciosas y candelabros que probablemente costaban más que la casa de las personas de las aldeas. El piso dorado y el techo tan alto que parecía imposible llegar a él. Aún así, a pesar de la belleza y comodidad, no me permití olvidar que este es el hogar de la mujer que me quiere muerta, a mí y a mi especie.

–Debemos tener cuidado, el castillo es grande y no nos toparemos con mamá pero aún así, todos trabajan para ella y será fácil que se entere de que estoy acá.

Con su mano aún sujentando la mía, me llevó por el castillo, habían guardias en cada pasillo, sirvientas en cada puerta que nos miraban con intriga y sospecha, el lugar se me hacía infinito.

Seguimos caminando y subiendo escaleras hasta llegar a una habitación que había en el cuarto piso, como en todas las demás, había una sirvienta en la puerta,  al ver a Ryle  la mujer casi se desmaya. Era joven también, unos 17 o 18 años.

–Ahí estás.–Le dijo Ryle a la mujer.–Abenia, necesito que me hagas un favor, enorme.

Abenia, así se llamaba la mujer, de cabellos claros y su uniforme impecable, sus ojos  color café recorrieron todo mi cuerpo, me examinó cuidadosamente.

–Señor Moore. – lo saludó Abenia. –Trajo usted a una bruja al castillo.– estúpida. Humana estúpida.

–Su nombre es Thadea.– la corrigió Ryle sin soltar mi mano.

La conversación se esfumó cuando empezamos a escuchar el sonido de unos tacones chocar contra el piso cada vez más fuerte.

–Mamá. –dijo Ryle y por primera vez desde que entramos soltó mi mano. –Necesito que la escondas. –dijo dirigiéndose a Abenia.–Ahora.

La muchacha obedeció y tomándome bruscamente de  el brazo me empujó  en la habitación. Cerró la puerta con llave y se quedó afuera de la puerta, junto a Ryle.

La voz chillona  y furiosa de una mujer me paralizó. Me acerqué a la puerta para escuchar mejor lo que pasaba en el pasillo.

–Santo Dios. ¿Dónde has estado Ryle Moore?– la reina. Era. La. Maldita. Reina.

–Mierda, mamá, ya estoy aquí.–escuché decir a Ryle.

–¿Qué te he dicho de ese vocabulario? No es digno de la corona.– la voz de la reina era estruendosa, chillona, estaba hecha una furia.

–Mierda, mierda, mierda.–Ryle le decía, no pude ver su cara, pero de seguro tenía una sonrisa.

–Vámonos, debemos conversar muchísimas cosas. ¿Qué estas usando? Te he dicho que debes vestir de forma adecuada.

–Si tienes algo que decir, que sea acá, y rápido. Porfavor, mamá.

–No discutiré contigo frente al personal, Ryle.–dijo la reina probablemente refiriéndose a la sirvienta que estaba en la puerta.

–Yo sí.– dijo Ryle, tachante.

–Te esperaré para cenar. Supongo que no tienes idea de el problema en que nos has metido con la embajada de Francia, el rey Francés cree que no te casarás con su hija.

–No lo haré.– contestaba Ryle, cada vez más cortante y preciso.

–Eres un ingrato con tu familia Ryle, a tu padre no le gustará saber que llegaste igual de inútil. Ve a cambiarte para cenar.

Los pasos de la mujer se alejaron y escuché a Ryle suspirar tras la puerta.

Trono De Brujas ✔️ (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now