Capítulo 30

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Me obligaré a no amarlo.
Jamás amaré a Ryle otra vez.

No entiendo como es posible que esto haya sucedido pero no puedo sentirme así, me lo prohibo y así será, decidí que no lo amaré y por tanto no lo amaré, no puede ser tan difícil.

Es lo mejor para mí y para él, para mí, porque enamorarme de alguien como él sería la traición más sucia que le podría hacer a todas las brujas, porque aunque él no fuera malo, era del grupo de los malos, y eso lo convertía ante la vista de todos en un malvado villano, aunque yo sé que no es así, yo sé que el hace lo correcto o al menos lo intenta y es quizás por eso que no puedo sacarlo de mi corazón.
No. Claro que puedo, es sólo que no quiero, y debo hacerme ánimos de hacerlo porque si él se viera involucrado con alguien como yo, no quisiera imaginar lo que sus padres serían capaces de hacerle.

Y eso suponiendo que los sentimientos fueran correspondidos, él no me ama, sería ridículo tan solo pensarlo. Es un príncipe y yo soy una bruja, quizás si hace unos meses me hubieran preguntado, mi respuesta hubiera sido que él no merecía acercarse a mí y que su inferioridad era mucha, pero ya no estoy tan segura de eso, el hecho de que cada vez que estoy con él me preocupo de  no ser lo suficientemente buena para alguien como Ryle me confirma que todo ha cambiado.

Yo solo quiero dormir, no pensar, porque mi cabeza va a explotar con tantos sentimientos allí.

Al cabo de unos días sin ver a Ryle, vino Heigh para avisarme que sus padres habían salido de viaje a Francia, junto a los padres de Lúa.

—Ellos no están, eres libre. —lo decía lento, como si yo fuera incapaz de entender.

—¿Libre?—pregunté.

—Sí, y no. — se sentó en mí cama y siguió explicando— siguen capturando a las brujas, pero Ryle dio la orden a los guardias de que si alguien te toca perderá la cabeza. —un golpe de electricidad me sacudió ante aquella idea— Y puedes pasear libremente por el castillo, aquí nadie te delatará.

—¿Es enserio?—estaba incrédula.

—Es enserio. —Heigh me miró con una sonrisa y yo quise experimentar libertad por una vez, olvidandome de todo y todos.

Corrí a la habitación de Lúa y ella estaba durmiendo.

Le arrojé una almohada y ella despertó fulminandome con la mirada, se calmó cuando vio la tan poco común sonrisa que yo estaba luciendo.

—¿Qué sucede? —me dijo levantándose de la cama.

—No hay nadie en el castillo más que Ryle, Heigh y nosotras (ah y los 300 guardias y 60 mucamas) podré salir.

—Es genial. —me dijo sonriendo y se fue corriendo.

—¿A dónde vas? —le pregunté mientras ella entraba en el baño de la habitación.

—Me iré a vestir.— se escuchó el agua de la ducha. —Oh, Thadea, hay tantas cosas que quiero mostrarte dentro del castillo.

Cuando Lúa estuvo lista me acompañó a mi habitación y me puse una de las muchas camisas enormes y la fajé en mis jeans negros, en unos segundos me coloqué los botines negros y estuve lista para salir.

Caminamos por el castillo de nuestras habitaciones y ahora por primera vez desde que estoy aquí puedo verlo sin necesidad de ocultarme o estar cubierta de litros de maquillaje.

Las paredes me parecieron más coloridas y junto a Lúa me sentí en completa confianza. Recorrimos muchísimos pasillos, todos repletos de cuadros con pinturas y detalles carísimos, aunque cada vez que pasábamos por fuera de una ventana y veía la lluvia caer me sentía culpable por todas aquellas brujas que estaban allí afuera muriendo de frío mientras yo estoy aquí viviendo de la monarquía.

Trono De Brujas ✔️ (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now