Capítulo 6

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Estuvimos todo el día sin hablarnos, solo miradas incómodas y torpes, yo leí en un rincón que hay en la biblioteca, fingí leer, en verdad. La verdad es que lo observé mientras el ordenaba el lugar. Es un maldito maniático del orden con algún trastorno obsesivo compulsivo, ya casi no hay estanterías tiradas en el piso y los libros están apilados por tamaño.

Cuando el sol se empezó a esconder, Ryle empezó a bostezar tiernamente, el cansancio se notaba en las bolsas de sus ojos y me fijé en su camisa blanca, arrugada y polvorienta por todo lo que limpió. se levantó del suelo, donde estaba sentado organizando libros por color y se fue a recostar sobre uno de los antiguos y roñosos sofás que hay acomodados en las orillas del sitio.
-¿No vas a dormir?-me pregunta con una mirada confundida, tiene ojeras bajo sus verdes ojos y su pelo oscuro está revuelto, si no fuera un humano, quizás, podría decir que me parece bonito. No realmente bonito como para gustarme, obviamente, bonito como un príncipe, irradia perfección. Por que eso es lo que él es, un príncipe, de la monarquía. Y no lo puedo olvidar, en cualquier momento puede decidir traicionarme.

-Si, pero aún no.

-¿Duermen siquiera las brujas?

-Sí.- le dije cortante.

Hubo un silencio incómodo por unos segundos, el me miró, en sus ojos sólo noto cansancio, agotamiento y quizás una pizca de angustia, tantas emociones en una sola alma me parece descabellado.

-Escucha, estaré aquí por unos días, sería agradable que fueras capaz de decir algo más que unos fríos y secos monosílabos, eres realmente mal agradecida.

-Yo no te pedí que te quedaras.

-Si no fuera por mi tu cabeza estaría tiesa como la de las otras brujas.-En el momento en que lo dijo, empezó a reír como maniático de su propio chiste, (un chiste de un humor realmente negro) su ataque de risa duró mucho, hasta que vio que no me reí en ningún momento.

-No es gracioso, es un tema delicado.- dije con la cara más seria que pude conjurar, y en cuanto lo dije una sonrisa se dibujó en su rostro, al verla, salió de mi boca una carcajada enorme, no me reí de su cruel broma, no me pareció graciosa, me reí de él, de la ilusión en sus ojos y la verdad ni si quiera se por qué, pero no podía parar de reírme, no podía.

Cuando vió que también me reí, el también lo hizo y con todas nuestras fuerzas nos reímos, unas estruendosas carcajadas haciendo eco en el lugar, por primera vez, me reí de verdad, no fue una risa fingida o una muy incómoda y nerviosa, fue una risa llena de alegría, llena de vida, por primera vez en toda mi vida algo me pareció gracioso.


Cuando me desperté, el ya estaba levantado , mirándome, sentado en el piso, con una vieja y remendada libreta, escribiendo algo en ella.

-Buenos días.- le dije.

-¡Vaya! Se podría decir que estás aprendiendo modales.- lo dijo con un tono exageradamente sarcástico.

Levanté la vista y le dirigí una mirada asesina y me sonrió.

-Como sea, levántate, tenemos cosas que hacer.

-¿Saldremos de aquí?

- Claro que no, sólo limpiaremos el lugar, si estaremos un tiempo aquí debe ser habitable.- Debía estar bromeando, ayer dedicó todo el día a limpiar y ordenar.

-¿Estás de broma?

-No, arriba.- se acercó a mí y extendió su mano para ayudarme a levantarme del sofá. Y por primera vez consciente de ello, mi mano hizo contacto con la suya. Su piel sintió la mía, su mano estaba tibia y me imagino que su cuerpo igual, de solo imaginar el escalofrío que debe de haber recorrido su cuerpo al tomar mi helada mano me avergüenzo.

Me levanté y solté su mano rápidamente.

-Bien, ¿qué tenemos que hacer? .- Sólo quería acabar con esto rápido, era ridículo.

-Vamos a reparar el ventanal, el frío se cuela por ahí, luego, quizás, empezamos a reparar correctamente las estanterías y los sillones.

-¿Y como haremos eso? ¿Crees que porque soy una bruja puedo hacer aparecer cosas como una maldita hada?

Me miró y sonrió hacia el lado. Se dio la vuelta y tomó la mochila con la que llegó al hombro ayer. La dio vuelta y todo lo que tenía adentro calló. Un pedazo de tela, libros, camisas, tenía demasiadas cosas en su interior.

-¿Cuánto planeas quedarte aquí?

-¿Me estás hechando?

-No, solo quiero saberlo.- fue la primera vez en que cuidé mi tono de voz y no soné demasiado brusca.

Me miró y vi el cansancio en sus ojos, la pena, la rabia. Suspiró;

-Me escapé del palacio, Thadea, me están buscando y no quiero volver, necesito escapar y mantenerme escondido tanto como tú.

-¿Porqué te escapaste?. - La curiosidad me invadió.

-Prefiero no hablarlo.- Me miró y se disculpó con su mirada por no poder decírmelo, realmente algo lo está dañando. -Si no quieres limpiar lo entiendo, solo necesito distraerme. -Se levantó, tomó un martillo y empezó a darle golpes con el a los estantes tratando de arreglarlos.

Nunca he entendido la mente humana, probablemente nunca lo haré, es absolutamente inestable y cambiante, no puedo asimilar el hecho de que una persona puede sentir tantas cosas a la vez, las emociones de los humanos se reflejan en ellos, muestran abiertamente cómo se sienten y lo vulnerables que son. Yo nunca he sentido nada. No sé si es bueno o malo, pero al ver lo mucho que sufren los humanos y la angustia que cargan en sus ojos, me llega a incluso dar alivio tener un alma de piedra.

-Como sea, no tengo nada mejor que hacer. -me paro, tomo un martillo y me pongo a darle golpes al estante a su lado. El solo me mira y sonríe con sus labios.

-Gracias Thadea.

Trono De Brujas ✔️ (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now