Capítulo 28

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Desperté sobre el sofá de la habitación y caminé para abrir las percianas. No pude evitar fijarme en el jardín que se materializaba unos pisos más abajo, en aquel lugar, anoche y quién sabe   cuántas noches más, asesinaron brujas, les arrebataron la vida como si nada. Corrí a sentarme y al mirarme al espejo solo pude ver la culpa consumiendome, ¿cómo era posible? Ayer, escuché todo lo que pasaba, escuché sus gritos y las escuché dar sus últimos suspiros, luego me fui al baile y estuve en el mismo salón que todos esos asesinos, sentí el sabor metálico que tanto me angustiaba volver a mí. Luego de haber hecho aquello y por si fuera poco, volví a mi habitación y dormí como si nada, debí morir yo.

La culpa que me atacaba era tan grande que no fui capaz de llorar y entonces me preocupé de volver a ser lo mismo de antes, después de conocer a Ryle el tan amargo sabor que invadía mi cuerpo se suavizó  y pude soltar todas las lágrimas retenidas que jamás había liberado. Pese a eso cada vez que recuerdo su apellido se revuelve mi estómago y la culpa vuelve a asomarse, hace un tiempo hubiera dicho que odio a los humanos, a todos ellos. No estoy segura de si esto ha cambiado o no, pero de lo que sí estoy segura es de que mi odio por la monarquía y todos sus títeres ha aumentado, muchísimo.

Y el odio es combustible.

Prende un fósforo sobre el combustible y todo explotará.

Ayer prendieron un fósforo y me lo arrojaron, entonces sentí mi odio expandirse hasta la médula.
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Cuando tocaron la puerta y abrí vi a Abenia. Ella entró y cerró la puerta tras ella dejando la comida del desayuno sobre el escritorio.

Me miró y sus ojos revelaron indiferencia. Muchísima.

—¿Tienes idea de todos los problemas que le causaste al príncipe Ryle?— sus ojos acusadores me apuntaban tratando de culparme. Definitivamente no la soporto.

—¿De qué hablas?— le respondí inmediatamente con un tono firme.

—La reina lo ha castigado por haber llegado empapado a la ceremonia ayer. —me miró de arriba a abajo y con la cara seria añadió—Por estar contigo.

¿Lo castigó? No me imagino de que formas puede ella castigar a alguien pero sentí culpa y Abenia estaba logrando su objetivo, aunque quisiera no darle ese gusto no lo pude evitar, temí por Ryle y me auto reprendí por eso, debo parar de preocuparme tanto por él, me hace débil y terminará muy mal. Así que fingí que sus palabras no tuvieron impacto alguno en mí y seguí:

—¿Te preocupas mucho por Ryle, no es así?—le dije con un tono sarcástico y ella se ruborizó, pasó las manos por su uniforme para estirarlo.

—Lo conozco desde que somos pequeños, ambos. Obvio que me preocupo por él, soy su única amiga y es lo que corresponde.— sus palabras me cayeron como un balde de agua fría ¿su única amiga? ¿qué soy yo entonces para él?—Sus padres siempre lo han hecho sufrir y es por eso que el es algo... Distante. Se desquita con los demás. No me sorprendería que te suela tratar mal.— Ryle no es así, yo lo conozco, o espero hacerlo al menos.

—La verdad es que no. Me trata bien. Gracias por tu preocupación. —le dije cruzando mis brazos sobre mi estómago.— ¿Algo más que decir?—le pregunté esperando a que ella se retirara.

—Tú no le harás ningún bien a él.

Luego se marchó y pensé que este día no podría ser peor. Estaba encerrada en mis pensamientos y sumida en toda la culpa que era posible sentir. ¿Realmente le he ocasionado tanto daño a Ryle? Quise ser fuerte y reprimirlo todo, por un momento quise dejar de sentir y solo existir. Pero al recordar lo feliz que me he llegado a sentir en este corto tiempo anulé ese deseo.

Trono De Brujas ✔️ (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora