Nadie podrá

123 20 2
                                    


Asmord se dirigió hacia nosotros con paso tranquilo, aunque la luz rojiza de sus ojos decía que no estaba muy contento aquella noche. Seguramente se estaría haciendo cargo de que la Luna de sangre saliera como todos esperaban, sin ningún malentendido, y Eikki Dirsen no se lo estaba poniendo fácil. A pesar de todo, yo apenas podía pensar en aquellos momentos porque la sangre se me acumulaba en los oídos y mi corazón comenzó a latir más rápido. No podía ignorar el hecho de que llevaba meses sin ver a mi antiguo profesor, a la primera persona que me había gustado como vampiresa y neptuniana y que a pesar de todo aún conseguía que se me acelerara el pulso. Y me odiaba un poco por ello. Porque, aunque no tenía nada de malo sentir algo hacia alguien, no era inteligente seguir sintiéndome atraída por el vampiro que había traicionado mi confianza de forma tan descarada.

Concentrándome en la mano del coir que todavía apresaba fuertemente mi brazo, me obligué a desviar la mirada del vampiro de ojos rojos que ya se encontraba a escasos pasos de mí.

—Vaya, pero si es el lameculos real —la sonrisa de Eikki Dirsen apareció de nuevo—. ¿O debería llamarte el asesino de asesinos?

¿Asesino de asesinos? ¿Qué había querido decir con eso? ¿Podría estar haciendo referencia al puesto de Asmord como líder de los asskiv? Casi me había olvidado del puesto como coir que ocupaba mi ex profesor. Casi. Podría haberlo olvidado más fácilmente si no sintiera que era el vampiro más peligroso con el que jamás me había cruzado. Y ser la cabeza de un escuadrón asesino no hacía sino confirmar mis sospechas.

—Deberías cuidar tus modales —mi mirada se deslizó lentamente hasta él sin poder evitarlo y vi sus ojos clavados en mi brazo, justo donde el vampiro me sujetaba—. Suéltala.

—¿Por qué debería hacer eso? —su mano se ciñó aún más a mi carne, lo cual me hizo apretar los dientes—. ¿Vas a decirme que no debo meterme con los novatos? ¿Es porque su majestad el rey me está esperando? ¿O es porque...?

—No —Asmord le interrumpió sin reparo—. Es porque te cortaré en pedazos si no lo haces.

Aquella simple afirmación con ligero matiz de amenaza nos pilló desprevenidos a ambos. El coir abrió ligeramente la boca, como si no acabara de creerse lo que había escuchado. El rostro de Asmord, en cambio, estaba tenso, como si se estuviera controlando a regañadientes. Ya había visto a mi antiguo profesor enfadado, pero aquello... Aquello era diferente. No sabía si se trataba de algo personal contra el coir Eikki, pero parecía dispuesto a partirle el cuello allí mismo, en ese mismo instante. El ambiente estaba tan cargado que apenas podía respirar. Y, sin embargo, mi instinto de supervivencia me obligaba a continuar inmóvil.

La situación no era nada buena. Me encontraba entre dos vampiros de nivel muy superior al mío. Si decidían enfrentarse, me llevarían por delante, tanto si querían como si no. Y la mano que todavía rodeaba mi brazo me advertía de que el coir no pensaba echarse atrás tan fácilmente. ¿Qué ocurriría si...?

Una especie de silbido escalofriante salió de entre los labios del coir.

—Tienes agallas, lo admito —una carcajada seca acompañó sus palabras—. Pero no le estaba haciendo nada, ¿verdad que no?

La pregunta iba dirigida a mí, pero yo permanecí en silencio. Los ojos de Asmord se cruzaron con los míos y eso fue suficiente para que él supiera que me estaba molestando lo suficiente como para querer rajarle la cara. Pero yo era una saigde y él un coir: el resultado sería catastrófico para uno de los dos, y no sería él. El rostro del vampiro se oscureció aún más y supe que iba a actuar. Traté de buscar de nuevo esa conexión visual, rogarle con la mirada que no hiciera ninguna estupidez, pero no fue necesario.

El mundo oculto del Espejo [SILENE #1]Where stories live. Discover now