La disculpa tardía

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Por extraño que pueda parecer, los dos tigres que parecían custodiar la continuación de la gruta no hicieron ningún movimiento. Permanecieron tan inmóviles como estatuas, con sus ojos cerrados, cuando pasamos entre ellos, avanzando por el túnel. La compañía de Asmord continuaba inquietándome, y no solamente por ser él. ¿Le parecería bien a Danira que hubiera un intruso en su escondite? ¿Me afectaría negativamente de algún modo su presencia? Esperaba que no. De lo contrario, las cosas podrían llegar a ponerse muy feas para nosotros.

Continuamos caminando durante un tiempo que se me hizo eterno. Ámarok se interponía entre el vampiro y yo, tratando de protegerme en el caso de que a Asmord se le fuera la cabeza. El lobo no confiaba en él y no podía culparlo porque yo tampoco. Pero allí estaba. Ni en mis más locos sueños podría haberlo imaginado. Puede que no lograra sacarme al vampiro de la cabeza después de todo.

—Entiendo que no cuento con tu confianza y que los dos me consideráis un desconocido o algo peor —la voz de Asmord me sorprendió de nuevo—. Sin embargo, puedo ser de utilidad. Soy un vampiro de alto rango capaz de muchas proezas. No usarme sería un despilfarro innecesario. Así que, ¿me dirás qué es este lugar y qué estamos haciendo aquí?

Eché un rápido vistazo a Ámarok, aunque yo ya sabía que el lobo se pondría de su parte en aquella ocasión. Nos encontrábamos en un lugar desconocido y frente a nosotros se alzaba un futuro incierto. Contar con las habilidades de Asmord podría sernos de gran ayuda. Y, puesto que no podíamos mandarle de vuelta a la Academia, era mejor que nos fuera útil en lugar de ser un lastre. La cuestión era cómo explicar todo aquello.

—No sé dónde estamos —carraspeé y traté de no mirarlo porque sus ojos parecían tener un efecto en mí que no terminaba de gustarme—. Vine aquí porque Danira contactó conmigo.

—¿Danira? —el tono de sorpresa se hizo eco en su voz—. ¿Estamos hablando de la bruja? ¿La antigua reina de los vampiros?

—La misma —reprimí un escalofrío—. Se me apareció en un sueño hace meses. Necesitaba mi ayuda. Su magia no podía continuar sosteniendo el lugar en el que ella y sus hijos se encuentran, donde se han escondido todos estos años. Van a desvanecerse si no doy con ellos. Por eso estamos aquí.

Hubo un instante de silencio en el que supuse que Asmord trataba de asimilar la nueva información. Cediendo ante un impulso que era más fuerte que yo, giré la cabeza lo suficiente como para mirarle. Y descubrí que sus ojos ya estaban clavados en mí.

—¿Por qué tú? —no supe si me preguntaba a mí o se lo preguntaba a sí mismo—. ¿Por qué te pidió ayuda a ti? Tenía vampiros mucho más poderosos a su disposición. Incluso si no quería involucrar a Hesper...

—Puede que pensara que cualquier otro vampiro la habría delatado —tercié, cortando nuestro contacto visual—. Hesper es el rey de los vampiros, al fin y al cabo. No cualquiera le ocultaría información. Fue una suerte que perdieras tu capacidad para leer mi mente. De lo contrario, puede que también se lo hubieras contado.

No podía ocultar el reproche en mis palabras. Porque la verdad era que todavía me sentía muy dolida por lo que él me había hecho.

—Kaiserin...

—Por otro lado —le interrumpí, sin querer escuchar ninguna clase de excusa—, puede que Danira supiera que Hesper había puesto sus ojos en mí. Quizás trataba de hacerme un favor antes de que fuera demasiado tarde.

—Ya tienes que saber que ha habido otras antes que tú —sí, por supuesto que lo sabía—. Si la bruja quería esperar hasta el último momento, podría haber confiado esta tarea a Kinn. Ella es una vampiresa más experimentada que tú. ¿Por qué no pedirle ayuda a ella?

El mundo oculto del Espejo [SILENE #1]Where stories live. Discover now