Gota de sangre

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—¿Intensificar tu entrenamiento?

Decir que Asmord estaba perplejo sería quedarse cortos. Su expresión fácil indicaba que no se esperaba aquella petición que le hice la noche siguiente, tras haber tenido aquel sueño en el que una bruja me pedía su ayuda. Tras consultarlo con Ámarok, había decidido que valía la pena intentarlo, intentar cualquier cosa, por desesperada que fuera. Así que me encontraba en el bosque, de pie frente a mi profesor, rogando que no le resultara tan descabellado como estaba comenzando a creer.

—Ya sé los niveles que tengo que completar y Kinn también me habló de las especializaciones —mi voz tembló ligeramente—. Sé que puede parecer precipitado, pero quiero aprender. Entiendo que, por supuesto, hay un tiempo para todo y que no puedo pretender aprenderlo todo en un día. Sin embargo, me gustaría comenzar a entender en qué nivel estoy, cómo será la primera prueba, qué tengo que hacer.

El silencio siguiente se prolongó durante varios minutos, una eternidad para mí. Asmord continuaba con la mirada fija en mí y yo simplemente estaba como convertida en piedra. No podía moverme, ni apartar la mirada e incluso me daba miedo respirar. ¿Y si se había cansado de darme privacidad? ¿Y si me estaba leyendo la mente? ¿Qué ocurriría si encontraba el verdadero motivo por el que necesitaba imperiosamente continuar avanzando?

Sentía cada músculo de mi cuerpo en tensión. Aunque, pensándolo bien, siempre era así con él. Su suspiro me hizo, por fin, soltar el aire que había estado reteniendo.

—Intento controlarme, Kaiserin, pero si piensas tan alto me temo que no puedo hacer nada.

Si antes había pensado que mi cuerpo se había convertido en piedra, en ese momento me parecía del material más pesado que existía. Mis labios se entreabrieron en señal de sorpresa y quise hacerle mil preguntas, pero ni un solo sonido emergió de mi boca. Me había descubierto, sabía que le estaba ocultando algo. Y eso era algo impensable para la mano derecha del rey.

Asmord dio media vuelta y comenzó a caminar lentamente en dirección al bosque. Su figura negra contrastaba con los árboles grises del fondo. Sus pies quedaban ocultos bajo la capa y daba la sensación de que no tocaban el suelo, sino que flotaban, deslizándose. Sin saber por qué, un sentimiento de verdadero terror me sobrevino. No conocía absolutamente nada de aquel que se había convertido en mi profesor. Solo sabía que era peligroso, muy peligroso. ¿Qué edad tenía realmente? ¿Hasta dónde llegaba su poder? ¿Qué había hecho antes de convertirse en lo que estaba viendo en ese momento?

De repente, su cabeza giró hasta que sus ojos conectaron con los míos. Nos separaban unos cien metros, pero podía vislumbrar cada detalle como si lo tuviera a menos de un metro. Ventajas de ser vampiro, supongo...

—¿Vienes?

Se produjo un revuelo en mi estómago antes de tragar saliva y obligar a mis piernas a moverse. ¿Me mataría dentro del bosque? ¿Me obligaría a contarle la verdad? ¿Se introduciría en mi mente a la fuerza si fuera necesario? Todas esas preguntas y muchas más iban pasando por mi cabeza a medida que seguía a Asmord bosque adentro. Nunca me había sentido incómoda con sus muchos silencios, pero en aquel instante casi echaba de menos sus comentarios mordaces y sus insultos. Eran preferible a escuchar los latidos de mi agitado corazón zumbando en mis oídos.

Cuando llevábamos caminando varios minutos, Asmord se detuvo. Habíamos llegado a una especie de claro diminuto en el que la luz de la Luna penetraba más en el bosque, iluminando las hojas de los árboles cercanos con mayor intensidad. Era un espectáculo precioso, sobre todo porque había llovido y las gotas de agua brillaban cual diamantes, contrastando con la oscuridad de la noche. No era el peor de los lugares para terminar con todo.

El mundo oculto del Espejo [SILENE #1]Where stories live. Discover now