Conversión

258 24 2
                                    


—Tiempo restante: ochenta y una horas y veintiséis minutos —informó Marthya.

Era el tiempo que tendríamos que pasar en aquella nave, la duración del trayecto hasta los Pirineos del planeta Tierra. No era la primera vez que hacía aquel viaje y siempre se me hacía igual de pesado, igual de eterno. Sin nada que hacer ni con qué entretenerme, los minutos en aquella jaula parecían horas. Y mientras más lo pensara, peor sería.

Me tumbé en una de las literas de abajo y Ámarok me hizo compañía. Los dos en silencio, ya que no teníamos nada que decir, disfrutábamos el uno del otro.

Mientras tanto, mi cabeza no dejaba de darle vueltas al asunto de los vampiros. ¿Cómo estaban gobernados en el Espejo? ¿Habría ciudades como en Neptuno? ¿Sería solo un pequeño lugar de aprendizaje parecido a una academia? ¿Cuántos vampiros vería? ¿Podría hacer amigos en aquel lugar? ¿Vivirían allí animales con los que poder charlar? ¿Las clases serían individuales o colectivas? Demasiadas preguntas y nadie a quien poder formulárselas para que me proporcionara las respuestas que necesitaba. Solo cabía esperar.

Sin embargo, ninguna de aquellas cuestiones me preocupaba seriamente, pues algo más cercano e inminente estaba a punto de ocurrir: mi primera transformación. Según los conocimientos de mi madre, esta se produciría aquella misma noche, y no sería agradable. Los colmillos superiores rajarían mis encías para abrirse camino, creciendo y alargándose. Terribles jaquecas atacarían mi cabeza debido a la mejora de mi visión. Mi cuerpo se retorcería de dolor al sentir la fuerza de mis músculos y la nueva dureza de mi piel. Una completa tortura. Y, sin embargo, yo no lo veía tan malo. Solo debía resistir hasta que el cambio hubiera sido completado. Pero después...

—Menos mal que hemos salido de Neptuno al amanecer.

Marthya había salido de la cabina y se encontraba a solo unos pasos de mi litera. Yo estaba situada justo de espaldas a ella, tumbada en la litera, por lo que no la había visto llegar.

—Supongo —musité.

—Médeya estará llena esta noche —me hizo comprender—. Si te hubieras visto afectada por ella... Podrías haber matado a cualquiera que se interpusiera en tu camino. Además, en tu primera transformación. Nunca nos habíamos encontrado con este problema. Jamás.

—Lo habríais solucionado si Médeya me hubiera afectado. Me habríais parado —aseguré.

—Posiblemente. Pero ahora no debemos preocuparnos por eso. ¿Cómo te encuentras? ¿Sientes algo raro?

—¿No se supone que mi transformación será esta noche? —inquirí—. Apenas son las ocho.

—Precaver es mejor que lamentar.

Y dicho esto, caminó de nuevo hacia la cabina. Fruncí el ceño, extrañada. ¿Existirían casos de vampiros cuya primera conversión se hubiera producido antes del anochecer? Lo dudaba. Aun así, supuse que querrían tenerme controlada por si mi transformación iba mal. Era un proceso complicado en el que apenas tendría el control sobre mi cuerpo. Podría durar quince minutos u horas.

—¿Seguro que estás bien? —me preguntó el lobo.

Incliné la cabeza hacia abajo para poder mirarlo. Su cabeza, con su hocico casi apuntando hacia mi cara, reposaba sobre mi abdomen. Entre los dos ocupábamos toda la cama. Quizás cuando volviera a Neptuno podría terminar mis estudios, si es que no lo hacía en el Espejo, encontrar un buen trabajo e independizarme, irme a vivir con Ámarok. Tendríamos una casa en el campo y una cama grande donde pudiéramos dormir los dos sin pasar calor en los días más cálidos.

El mundo oculto del Espejo [SILENE #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora