Duelo

90 16 5
                                    


—Bienvenida, Kaiserin Prorok, a la segunda prueba de la Academia.

Ya había escuchado antes esas palabras y también había estado nerviosa aquella noche, pero no tanto como en aquel momento. Sentía que en cualquier instante el mundo entero caería hecho pedazos sobre mí. Las palmas de mis manos estaban sudorosas y un zumbido extraño presionaba mis oídos. Era como si todo a mi alrededor se desvaneciera y no fuera consciente de la realidad.

Sabiendo que era importante poner toda mi atención en aquella prueba, me obligué a espabilarme.

—Te enfrentarás a tu rival con las destrezas que te han sido inculcadas por tu profesor, Nolan Pyrs —continuaba diciendo Hesper desde su trono—. Las reglas para este duelo son sencillas. No se permitirán armas de ningún tipo ni tampoco escudos. No obstante, se podrá hacer uso de las habilidades que cada uno posea, si bien debéis recordar que no es el principal objetivo. Debes demostrar que eres fuerte independientemente de tus poderes. ¿Aceptas esta prueba por voluntad propia?

Podría decir que no, habría resultado gracioso ver su cara, pero no era momento para bromas.

—Sí, acepto.

—Os recuerdo que el duelo finalizará cuando una de vosotras ya no sea capaz de seguir peleando o se rinda por causas mayores. Debéis luchar con todo lo que tengáis como si fuera real. Si no, la prueba quedará cancelada. Que comience, pues, el combate —ordenó Hesper.

Tras una última mirada a Nolan, quien se encontraba bajo el trono del rey, me dispuse a prepararme para la aparición de mi contrincante. Aunque jamás, ni en un millón de años, hubiera imaginado que sería ella.

Con su resplandeciente pelo anaranjado sujeto en una coleta y ataviada con un traje negro muy parecido al mío, Kinn blandía una sonrisa desafiante. Me quedé perpleja, ya que llevaba mucho tiempo sin verla después de que fuera aceptada en el escuadrón que deseaba. ¿Qué estaba haciendo ella allí? ¿La habría hecho venir Hesper solo para esta prueba? ¿Por qué?

No me dio tiempo a pensar en la respuesta a esas preguntas, porque antes de lo que imaginaba tuve que evaluar a mi amiga como a un enemigo. Era rápida, muchísimo más rápida que un vampiro normal. En eso consistía uno de sus dones. Además de eso, debía tener presente su don telequinético: podía mover cosas a voluntad. No sabía muy bien cómo podría utilizar aquel segundo poder en una pelea en la que no estaba permitido utilizar armas ni objetos de ningún tipo, pero Kinn tenía más experiencia que yo. Seguro que sabía hacer cosas con las que yo solo podía soñar. Y no tardé en percatarme de ello.

Nos pusimos en guardia las dos, una frente a la otra. Nuestras manos estaban desnudas, sin ningún tipo de protección ni tela que ocultara nuestra piel. Así debía ser para que el rey y los demás espectadores (en este caso, Nolan) pudieran asegurarse de que ninguna rompía las reglas. Además, no llevábamos ningún tipo de calzado, puesto que también se podían hacer trampas con los materiales e incluso con armas ocultas. Todo había sido meticulosamente estudiado, lo cual me había llevado a pensar en cómo habían aprendido a hacerlo de ese modo. Tuvo que haber vampiros antes que yo que no fueron justos.

Volví a concentrarme en el presente. Hacerlo bien (ambas) era la única manera de poder realizar la prueba con éxito. Las dos debíamos darlo todo en aquel lugar, en aquel momento. Durante el tiempo que tomara aquel desafío, no seríamos amigas. No tendríamos consideración la una con la otra. Lucharíamos... a muerte.

Kinn se movió primero, algo que le agradecí enormemente porque me sirvió para despejar mi cabeza y centrarme en lo que estaba pasando. Debía superar aquella prueba como fuera y si no ponía todo mi empeño me culparía por ello después. La patada de la vampira fue rápida y me habría golpeado en la cabeza si yo no lo hubiera esquivado. Pero no debía hacerme ilusiones porque había podido captar su movimiento, lo cual significaba que aún no había hecho uso de su don.

El mundo oculto del Espejo [SILENE #1]Where stories live. Discover now