Una lección para el maestro

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No tenía palabras para explicar cómo me sentía en aquel momento y ahora tampoco las encuentro. Aterrada podría ser una buena opción, porque realmente tenía miedo. Ante la acusación de Asmord, ¿qué podía hacer? No tenía ni la menor idea de a qué se estaba refiriendo. Yo no había hecho nada. Ni había pestañeado siquiera. ¿Por qué merecía, entonces, toda la ira que el vampiro me mostraba con su sola mirada?

—¿De qué estás hablando?

Ni siquiera me di cuenta, hasta segundos después, de que había sido yo la que había formulado la pregunta. Sí, quería saber de qué me acusaba, qué era exactamente lo que él pensaba que había hecho.

Su respuesta fue seguir avanzando hacia mí con los ojos encendidos como si fueran dos fuegos. Y mi respuesta fue retroceder, aunque no quisiera hacerlo. Me habría gustado plantarle cara, gritarle, propinarle algún golpe... Y, sin embargo, permití que me acorralara contra el tronco de un árbol cercano. Antes de que llegara hasta a mí, mi cuerpo reaccionó. Di media vuelta con la total intención de buscar refugio, seguramente en la sala del trono donde Hesper podría mantenerlo a raya. No pude llegar a ejecutar mis planes.

Asmord atrapó mi brazo izquierdo con una de sus manos y lo aferró fuertemente, impidiéndome escapar de él. Algo ardió en mi interior, algo que se revelaba contra el vampiro y que quería que me quitara las manos de encima. Miré al bosque de reojo y recordé que no podía descontrolarme en un sitio así. No, no podía descontrolarme en ningún lugar o supondría un retraso enorme en mi progreso. Y tenía que pasar la primera prueba cuanto antes.

Me mantuve quieta, por tanto, esperando a que el vampiro moviera otra pieza del tablero o a que decidiera utilizar la palabra nuevamente. No obstante, no ocurrió ni una cosa ni la otra. Asmord continuó sujetando mi brazo con fuerza mientras me miraba fijamente. No sabía si intentaba calmarse o matarme mentalmente. Pero lo que sí sabía a ciencia cierta era que no había vuelto a sentir su presencia en mi mente.

—¿De qué me acusas? —volví a preguntar de forma calmada.

Ni una sola palabra salió de sus labios, lo cual estaba comenzando a frustrarme. ¿Por qué tenía que ser así? ¿Por qué no podía hablar conmigo y resolver los problemas como la gente normal? ¿Qué le pasaba?

—Si es irreversible, si de verdad lo has hecho... No te lo perdonaré jamás —sentenció.

—Oh, por Neptuno —gruñí, bastante cansada de su actitud—. No he aceptado nada de Hesper, ¿de acuerdo? Sabes de más y de sobra que tengo que superar mis dos primeros niveles para poder aceptar su proposición. ¿Algo más?

El vampiro me dirigió una furibunda mirada más.

—Y tú sabes perfectamente que no es eso de lo que estoy hablando.

Sus palabras lograron sorprenderme, pero ya era tarde para tratar de sonsacarle algo más. Asmord se había desvanecido, como si fuera humo. Supe que jamás lograría encontrarlo si él así lo quería. La cuestión era: ¿de verdad quería yo?

Con un sentimiento extraño, me alejé de aquel lugar lo más rápido que pude. Me sentí algo mejor cuando salí del bosque y vi a Kinn caminando hacia mí con aquella deslumbrante sonrisa.

—Dicen que pronto te presentas a la primera prueba, novata —comentó.

Me recompuse como pude y esbocé lo que yo creía que era la mejor sonrisa que podía en aquel momento. No quería preocuparla con cosas innecesarias. Ni siquiera debería estar preocupada yo, ya que no había hecho nada malo que lamentar. Pero a veces me costaba entender eso.

—¿Eso dicen? No sé si debería preocuparme —respondí.

—No, no mucho. A menos que sea mentira.

El mundo oculto del Espejo [SILENE #1]Where stories live. Discover now