El anillo

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La noche de mi primera prueba empezó temprano porque me desperté horas antes sin ser capaz de dormir más. Estaba oscuro y no escuchaba ningún ruido procedente del exterior de mi habitación. Probablemente ningún vampiro se hubiera despertado todavía, lo cual era normal teniendo en cuenta que el sol todavía estaba ocultándose. Había intentado hablar con Kinn sobre la naturaleza de la prueba que estaba a punto de afrontar, pero ella no me había podido decir gran cosa.

—Es diferente para cada uno —me había dicho la vampira pelirroja—. Lo único que puedo adelantarte es que el rey tiene que estar seguro de que tus poderes están bajo control y de que sabes cómo valerte por ti misma, alimentariamente hablando.

¿Me llevaría a cazar para descubrir que podía hacerlo? Esperaba que no, porque no era muy buena bajo presión, o, al menos, eso pensaba. La parte de controlar mis poderes era la que más me preocupaba. Sorprendentemente, Asmord me había ayudado mucho a mantener el fuego dentro de mí y a dejarlo salir de manera controlada y segura, pero aún me quedaba mucho por aprender. No estaba segura de poder mantener la compostura en cualquier situación.

Sin querer despertar a Ámarok, que seguía durmiendo plácidamente a los pies de la cama, procuré no moverme demasiado mientras posaba la mirada sobre aquellas pequeñas luces anaranjadas. Realmente no podía hacerse a la idea de lo mucho que había cambiado su vida en poco más de medio año. No era la misma chica de antes y tampoco podía estar segura de la mujer en la que llegaría a convertirme. Lo único que tenía claro es que estaba muerta de miedo y que la cabeza comenzaba a darme vueltas.

No podía dejar de pensar en los cambios que se avecinaban. Y el más inminente de todos era mi nuevo profesor, Nolan, al que todavía no había tenido el placer de conocer. No obstante, Hesper dijo que había respondido afirmativamente y que estaría en la Academia a tiempo para mi siguiente lección después de mi primera prueba. Lo que significaba que llegaría aquella noche o la siguiente. Aún no estaba segura de que hubiera sido una buena idea, pero ya no podía retractarme. Además, seguir entrenando con Asmord ya no era ni siquiera una opción.

Sin poder continuar metida en la cama, traté de salir con el máximo cuidado. Aun así, Ámarok abrió los ojos.

Silene —bostezó—. ¿Te encuentras bien?

—Inquieta —me puse de pie y me estiré un poco—. Creo que voy a empezar a prepararme. Puedes dormir más si quieres.

El lobo permaneció en la cama, pero sus ojos me seguían allá donde yo fuera. Lo único que yo hice fue vestirme, aunque de la manera más desordenada y catastrófica posible. Primero unos pantalones cortos, pero luego lo pensé mejor y los cambié por unos largos por si acaso. Luego una camiseta de manga larga, aunque más tarde me decidí por una de tirantes porque con la adrenalina corriendo por mis venas y los nervios del momento seguramente me asaría como un pollo.

Deberías intentar relajarte antes de bajar —me recomendó el lobo sin moverse ni un ápice.

—Lo puedo intentar.

No estaba muy segura de mis palabras y menos de que realmente pudiera calmarme antes de la prueba. No obstante, haría bien en intentarlo. Era una vampira, después de todo. Y, dejando a un lado a Danira y a sus mellizos, necesitaba pasar aquella prueba y demostrarme a mí misma que podía conseguirlo. Estaba en el lugar correcto.

Cuando llegó la hora estaba prácticamente temblando. Ámarok hizo el favor de acompañarme hasta el salón, donde se despidió de mí, deseándome buena suerte, antes de salir a cazar algo.

Tu destino es mucho más grande que esto, Silene —me dijo—. Solo es el primer paso hacia cosas mucho más peligrosas.

Sus palabras me reconfortaron y me quebraron al mismo tiempo porque sentía que tenía razón. Y si en aquel momento temblaba por la primera de muchas pruebas que me aguardaban, jamás conseguiría alcanzar mi objetivo, aquello por lo que había nacido, aquello por lo que era tan diferente.

El mundo oculto del Espejo [SILENE #1]Where stories live. Discover now