Poder vampírico

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No dijo nada. Tampoco creo que pudiera, aunque no estaba segura del estado en el que se encontraba un vampiro influido por la Luna llena. Pareció olvidarse de mí y se marchó por la derecha. Me quedé quieta, como si de esa forma pudiera borrar de mi memoria aquel suceso. Un aullido sonó en la lejanía y el vello de todo mi cuerpo se erizó. No había entendido antes lo que significaba que Asmord hubiera quedado libre de su prisión, pero no tardé en comprenderlo. Ámarok estaba en peligro, y también las elfas.

Miré las cadenas que aprisionaban mis muñecas. Mi profesor había echado abajo la puerta, pero aquellas esposas estaban encantadas. Quizás por eso se había dado por vencido. No tenía tiempo para analizar su comportamiento. Mi problema más inmediato era cómo salir de allí para proteger a los que me importaban. Quizás a Asmord no le importara desangrar sin miramientos, pero yo no estaba dispuesta a permitirlo.

Primero empleé la fuerza bruta, tirando de aquellas condenadas cadenas hasta que comprendí que sería imposible. Era una pérdida de tiempo continuar así. Lo siguiente que intenté fue forzarlas utilizando mi elemento predilecto: el aire. Las cadenas se sacudieron ferozmente, pero no sufrieron daños. Era lo único que tenía, ya que utilizar el fuego no lo consideraba una opción. A menos, claro, que la desesperación me consumiera.

Otro aullido sacudió mi cuerpo. Algunas lágrimas aparecieron en mis ojos, nublándome la vista, pero pestañeé para quitarlas. No me serviría de nada lamentarme o llorar. Tenía que encontrar la manera de salir de allí. YA.

Tiré con todas las fuerzas de las cadenas al tiempo que utilizaba el aire ara forzarlas, para hacer que cedieran. No daba resultado. No había más remedio. Rezando para que funcionara, cerré los ojos y me dejé llevar.

Sentí como todo mi cuerpo se calentaba desde dentro hacia fuera. Era como una vela en el centro de mi pecho que iluminaba y ofrecía diminutas olas de calor. Pero al poco tiempo, esa vela se tornaba en una hoguera, al principio hogareña y dulce, casi reconfortante, y luego en un incendio descontrolado que abrasaba mi piel. Abrí los ojos a tiempo para comprobar mi obra maestra: toda mi celda se encontraba en llamas que se arremolinaban a mi alrededor. Por suerte parecían no querer tocarme ni hacerme daño. Tampoco me había dado nunca por tocar aquellas llamas, así que no sabía lo que ocurriría.

Me concentré todo lo que pude y las dirigí hacia las cadenas con la esperanza de que pudiera derretirlas o algo parecido. Utilicé el aire para guiar el fuego y concentrarlo en las partes que quería al tiempo que tiraba de las cadenas con todas mis fuerzas. Tenía que funcionar. Era necesario.

Caí hacia delante cuando, milagrosamente, quedé liberada de mis ataduras. Permanecí allí el tiempo suficiente para tratar de apagar las llamas como buenamente podía. Y después me precipité fuera, inhalando el aire puro de la noche unos segundos y corriendo a toda velocidad hacia mi objetivo: la Academia.

Mientras utilizaba todas mis fuerzas para propulsar mis piernas cada vez más deprisa iba pensando en lo peor. Si llegaba tarde, si a Ámarok llegara a pasarle algo, jamás me lo perdonaría. Ni a Asmord tampoco. Lo destrozaría con mis propias manos. Esa rabia, esa ira, me dio fuerzas para continuar hasta llegar a la puerta del edificio. Desde allí podría captar el olor del lobo y rastrearlo, tal y como mi profesor me había enseñado. Al fin iba a servirme para algo.

Conseguí su esencia en apenas unos segundos y seguí mi instinto, caminando hacia el bosque. Tenía que ser cautelosa, ya que si Asmord no había encontrado aún al lobo, yo podría conducirlo hasta él. Debía ocultarme al tiempo que perseguía. No era tan fácil como sonaba.

Un nuevo aullido me descompuso. Sonaba asustado. Y si Ámarok era quien producía aquel sonido, casi pidiendo ayuda, solo podía ser por una cosa. Asmord tenía que haberlo encontrado y estaba en apuros. Podría no llegar a tiempo hasta él. Tenía que tratar de llamar la atención del vampiro al tiempo que me comunicaba con el lobo. Él y yo nunca habíamos tenido que hablar desde tan lejos, pero si podía escuchar sus aullidos, en teoría también tendría que ser capaz de escuchar sus palabras si las pronunciaba tan altas como aquellas.

El mundo oculto del Espejo [SILENE #1]Where stories live. Discover now