Sed de sangre

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Por fin, algunas cosas comenzaban a cobrar sentido en mi cabeza. Hesper tenía buenas cualidades como rey. Y una de ellas, sin duda, era ser un vampiro puro. Esto significaba tener descendencia vampírica siempre, en todas las generaciones de su linaje. Pero, ¿significaba eso que los neptunianos nacidos de vampiros no eran aptos para el trono?

—¿Nacen neptunianos en este lugar?

Asmord permanecía cruzado de brazos con su acostumbrado gesto indescifrable.

—Al principio no —confesó—. No queríamos que nuestros hijos corrieran el riesgo de ser atacados por vampiros. Unos años después, algunas vampiras quedaron embarazadas.

—De modo que sí hay neptunianos en el Espejo.

—No.

Su negativa fue una sorpresa para mí. Por un momento incluso llegué a pensar que estaban todos muertos, quizás por ataques de vampiros, pero esa situación ya estaba controlada, o eso me constaba. ¿Entonces...?

—Cuando un niño neptuniano nace, desaparece del Espejo —fue su respuesta—. Creemos que los neptunianos introdujeron una especie de código en este lugar que los alerta de esas situaciones. Cuando el niño nace, el Espejo lo expulsa y los neptunianos lo recogen para llevarlo al planeta. Como ya te he dicho, cuidan de los suyos.

—¿Por qué el Espejo no rechaza a Alycia ni a Annelya? —recordé a las dos elfas que se encontraban en la Academia—. Ellas no son vampiras. Y hay más criaturas que viven aquí, ¿cierto?

—Así es. Pero ellas no son neptunianas. Creemos que ese es el factor clave. A los neptunianos, las demás especies les importan muy poco.

—Ya, ¿pero cómo lograron entrar? Se suponía que este lugar estaba solo destinado a los vampiros, ¿no? Pero otras criaturas entraron.

Mi profesor soltó un gruñido exasperado, seguramente por todas las preguntas que le estaba haciendo. Pero no iba a frenarme. Él tenía esas respuestas, sabía que las tenía. ¿Por qué ocultármelas? ¿Quería protegerme? No, no era esa su intención.

—¿Desde cuándo lleva activo el Espejo? —decidí preguntar algo sencillo.

—Desde hace cuarenta y ocho años, según creo.

—¿Terrestres?

—Sí.

—¿Y desde hace cuánto se le permite la entrada a seres que no son vampiros?

Asmord me miró con mala cara, pero yo lo ignoré. Seguían siendo preguntas sencillas de cortas respuestas. Podría preguntarle por toda la historia de aquel maldito lugar.

—Veintidós.

—O sea que algo ocurrió —deduje, entusiasmada—. Los neptunianos no lo idearon así. Realmente querían que esta cárcel fuera solo accesible para vampiros. Hicisteis algo...

—Alguien lo hizo —admitió, casi de mala gana.

—¿Quién?

—Una bruja —Asmord se movió de la pared y caminó hasta posar sus manos sobre la mesa que tenía justo delante, inclinándose hacia mí—. Una bruja muy poderosa de la Tierra. Y, ahora, basta de preguntas. Es momento de que aprendas a alimentarte de una buena vez.



Tal y como imaginaba, haberme alimentado en dos ocasiones (una de un animal muerto y la otra del mismísimo profesor vampiro) no me facilitaba cazar por mi cuenta. Cada vez que acorralaba a una presa, sus ojos aterrados, su corazón acelerado y las ideas de muerte y miedo en las pocas palabras que lograba entender hacían que la dejara libre. Asmord ya me había regañado varias veces por ello, pero era algo que no podía controlar.

El mundo oculto del Espejo [SILENE #1]Where stories live. Discover now