¿Por qué a mí?

217 20 1
                                    


—Ya está.

Kinn dejó el reloj de arena en la mesita de mi dormitorio mientras Ámarok y yo la mirábamos con sumo interés. Era la una de la madrugada y la chica había ido a por su propio reloj de arena para poner en hora el mío. Al parecer, en la base, estos poseían un pequeño mecanismo que al apretarlo provocaba que la arena corriera mucho más veloz. De esta forma se podía lograr ajustar la hora.

—Vaya, muchas gracias.

—No hay de qué —se irguió y me miró de arriba abajo—. Esa ropa te favorece bastante.

Tras haberme aseado, Kinn había llegado al baño con un montoncito de ropa para mí que había estado siempre en los muebles de mi habitación. Ropa que era exclusivamente de color negro. No tenía nada en contra de ese color, pero me había resultado... curioso.

—¿Por qué negro? —le había preguntado a ella mientras me vestía.

—Es el color que le ponen a los novatos —se había encogido de hombros—. Supongo que es más sencillo que preguntarle a cada uno qué ropa prefiere. Con el tiempo y a medida que escales en posiciones, podrás elegir tu propia ropa. Pero yo que tú no descartaría este tan a la ligera. Recuerda que los vampiros somos nocturnos y ese color facilita mucho el camuflaje por las noches. No es una mala elección.

De modo que me había vestido con una camiseta de tirantes ajustada, unos pantalones cortos y unas botas cortas de estilo militar con calcetines negros.

—Quizás quieran cortarte esa melena tuya mientras sigas siendo soldado —había dicho la vampira.

Yo había mirado mi pelo, negro como los carruajes principales de Neptuno, que por aquel entonces me llegaba hasta la cintura, y me había horrorizado. Kinn simplemente se había echado a reír.

—Era una broma, una broma —levantó las manos en señal de paz—. Aquí no hacemos esas cosas. Cada cual con su aspecto hace lo que le apetece.

—¿Has dicho "soldado"? —inquirí un poco más calmada.

—Sí, es una forma de medir habilidades, como en un ejército. Según tu poder y cómo te esfuerces, además de tus dones, se te va ascendiendo. Ahora mismo, por ejemplo, mi rango es de teniente. Solo he aumentado un puesto, pero ya sé en qué quiero especializarme. Quiero ser léyan —me confesó en voz baja como si se tratara de un asunto de estado—. Es el grupo de apoyo que proporciona cobertura a los otros escuadrones.

—¿Escuadrones? ¿Pero qué...? —aquello me venía bastante grande.

—No te preocupes, es demasiada información para ti en este instante. Será mejor que esperes a tus lecciones de historia. Aún me acuerdo de cuando llegué aquí por primera vez —sacudió la cabeza—. Te queda un mundo por descubrir todavía.

Había algo en sus palabras... No sabría cómo explicarlo. Pero me transmitió la sensación de agobio y deseo al mismo tiempo, y de... ¿pesar? Algo más se ocultaba tras aquellas palabras, de eso no cabía la menor duda. De modo que lo único que yo podía hacer era seguir adelante... y descubrir la verdad por mí misma.

Así que allí estaba yo, tumbada en la cama mirando al techo sin saber muy bien qué hacer. Quedaban unas horas para irme a dormir. No quería salir, no me apetecía hablar... Solo quedarme allí el resto de la noche.

—¿Crees que estas luces se apagan alguna vez? —le pregunté al lobo quizás una hora más tarde.

Creo que son naturales, que simplemente las fueron recogiendo y las incorporaron a este sitio —conjeturó él.

El mundo oculto del Espejo [SILENE #1]Where stories live. Discover now