Hipnosis

123 23 2
                                    


Su sangre caliente deslizándose por mi garganta era lo único en lo que podía pensar. Mis piernas se apretaban fuertemente a la altura de su cintura mientras mi pecho subía y bajaba pegado a su cuerpo. Un leve gemido salió de los labios del vampiro, pero no hizo ningún amago de intentar separarse de mí. Al contrario, me apretó aún más contra él, como si fuera él quien necesitara lo que estaba pasando.

Noté una de sus manos adentrándose por el interior de mi camiseta. Su fría piel entró en contacto con mi espalda. Me obligué entonces a retirar mis colmillos de su cuello, respirando entrecortadamente. Lamí las dos pequeñas incisiones para evitar que se desperdiciara cualquier gota. La mano de Asmord aferró mi nuca y me obligó a mirarlo a los ojos: eran completamente rojos.

—Azul oscuro —su voz sonó ronca—. Tu iris...

—Siguen cambiando —traté de mantener las distancias—. Bájame.

En lugar de obedecer, el vampiro me arrimó más a su cuerpo. Nuestros alientos se entrelazaban en la oscuridad de la noche. Las dudas comenzaron a surgir, al igual que la vergüenza. ¿Qué había hecho? Se suponía que iba a mantenerme alejada de Asmord.

—¿Mejor? —el rojo de sus iris se iba oscureciendo poco a poco hasta tornarse negro.

—Sí —a pesar de mi aspecto, procuré que mi voz no denotara lo afectada que estaba—. Podemos continuar con la clase. Lo siento.

Durante un instante, su expresión cambió. Se tornó más seria, más oscura, como si no le hubieran gustado mis palabras.

—La clase puede esperar —suspiró levemente—. Kaiserin...

—Lo sé —coloqué ambas manos en su pecho para tratar de alejar nuestros cuerpos—. Ha sido algo excepcional. No podemos estar así y... ni siquiera tengo muy claro por qué ha pasado todo esto. Así que te ruego que aceptes mis disculpas y...

El tronco del árbol volvió a entrar en contacto con mi espalda de manera abrupta. Pero ni siquiera tuve tiempo de quejarme ya que el vampiro agarró mi pelo, tirando de él hacia abajo y obligándome a alzar la barbilla. Sus ojos volvían a tener aquel brillo rojo que me atraía y me aterraba a partes iguales. Pero tampoco pude detenerme mucho en aquel detalle debido a que sus colmillos se hundieron con fuerza por encima de mi clavícula.

El fuego se extendió tan rápidamente como el oxígeno por mi sangre. El calor me impedía pensar, me impedía analizar lo que estaba pasando. Lo único que podía hacer era apretar mis labios para no emitir sonido alguno y cerrar los ojos. Quería pegarme más a él, alimentarlo durante días si fuera necesario, pero dudaba poder resistir a aquella sensación durante más de algunos minutos. Me sentía abrumada, ansiosa y simplemente no podía concebir la idea de separarme de él. Por eso coloqué mi mano en su nuca, pegando su cabeza más a mi cuerpo para que continuara alimentándose, bebiendo mi sangre. ¿Por qué aquello no me parecía repugnante? ¿Por qué ansiaba más? No tenía respuestas.

Asmord se despegó poco a poco, retirando sus colmillos de manera lenta, casi como si lo hiciera a regañadientes. Sus ojos eran del color de la misma sangre y en su mirada había algo peligroso. Sus manos continuaban sujetando mi cuerpo y nuestros alientos, entrecortados, volvían a unirse una vez más.

—¿Qué significa todo esto?

Mi cuerpo tembló ligeramente al formular la pregunta. Tenía miedo de que soltara algún comentario cortante o mordaz, o que se desviara del tema. Su respuesta, en cambio, me pilló por sorpresa.

—No lo sé.

Aquella noche fue en lo único en lo que pude pensar. Él no sabía lo que estaba pasando. ¿Significaba eso que nunca había mordido a otro vampiro? No lo creía así. Había pasado muchos más años como vampiro que yo, así que era muy probable que hubiera mordido a otros, puede que, como dijera Hope, a amantes. ¿Por qué me había dicho entonces que no lo sabía?

El mundo oculto del Espejo [SILENE #1]Onde as histórias ganham vida. Descobre agora