Capítulo 27: Actualidad

26 8 13
                                    

Hoy. 2021. Desde Aguascalientes, Aguascalientes. Actualidad.

Ocho meses.

Ocho meses habían pasado.

Casi nueve.

Ocho meses habían pasado desde la última vez que Hugo había visto la luz del día y ahora, tiempo después, lo estaba haciendo nuevamente. Mi madre llegó con los doctores a los pocos minutos de que Hugo había abierto los ojos, los pocos minutos en los que volví a ver el color café de sus iris que tanto me habían cautivado desde nuestro primer cruce de miradas acompañado de ese tono rojizo que parecía sangre.

Estábamos sentados en las sillas de la sala de espera del hospital, las enfermeras que habían entrado acompañando al doctor para revisar a Hugo y ver que todo estuviera bien nos habían pedido que saliésemos de la habitación.

No podía explicar la felicidad que sentía en mi interior en este preciso instante. Era como volver a nacer. Sentí que todo el miedo había desaparecido de mi interior en cuanto sentí su mano apretar la mía.

Saco mi celular del bolsillo del pantalón y reviso la bandeja de entrada a la espera de que nos avisen que todo está bien.

Tengo varios mensajes de Ari.

Ari: Javier. ¿Estás en tu casa?

Ari: Oye. ¿Te apetece ir a beber algo?

Javier: Hola, Ari. Adivina qué.

Creo que estaba esperando mi mensaje porque de inmediato me aparecen las dos palomitas azules en la orilla del recuadro del mensaje indicando que lo ha leído ya.

Ari: ¡Hola! ¿Qué sucede?

Javier: Hugo despertó. ¡DESPERTÓ!

Estoy que muero de la emoción.

De verdad.

¡No lo puedo creer, enserio!

Ari: ¿ENSERIO? Woooooow. Qué bueno.

¿Estás en el hospital?

Javier: Sí, ¿por?

Ari: Voy para allá. No te vayas.

Bloqueo el teléfono y lo guardo en el bolsillo de mi pantalón. Miro a mi madre, quien descubro tratando de leer mis mensajes con Ari. Frunzo el ceño, y por primera vez desde el día de la tragedia, le sonrío.

Pero ahora es una sonrisa de verdad.

Sincera.

—Creo que el despertar de Hugo te trajo de nuevo a la vida, Javier —comenta con la voz neutra, relajada mientras me acaricia con una mano el cabello.

Me quedo callado sonriéndole y comienzo a saborear sus palabras. A pensarlas. Reflexionarlas. Y llego a la conclusión de que tienen toda la razón del mundo. Cuando Hugo cayó en coma parecía que yo había caído en un abismo sin salida, una vuelta sin retorno, un callejón oscuro.

Triste. Solo.

Me había hundido en el fondo de un pozo lleno de agua en donde nadie escuchaba mis gritos en silencio. Donde mis pensamientos me ahogaban al aparecer su nombre en ellos.

Y que sus ojos me mirasen fueron como dos rayos de luz solar que se filtraban en lo más recóndito de una cueva e iluminaban la mayor parte. Fue como un botón que presionaron y mi mecanismo reaccionó, volviendo a dar frutos al árbol del que estaba hecho.

—¿Vendrá ese tal Ari? —Inquiere mi madre como si nada.

Una media sonrisa se dibuja en mis labios y me rio un poco. Me paso una mano por la cara y la vuelvo a mirar, baja su mano y me mira haciéndose la confundida.

Hasta que el sol deje de brillar (TERMINADA)Where stories live. Discover now