Capítulo 40: Ari

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Habían pasado varias semanas y cada una era mejor que la anterior. Algo había cambiado dentro de Javier aquella noche cuando le confesé lo de mi madre, porque logré notar, conforme pasaban los días, que el brillo en su mirada estaba comenzando a ser el mismo de tiempo atrás.

Habíamos comenzado a salir todos los días desde aquella noche; a veces él se aparecía por mi casa, y sin excepción, le preguntaba a mi madre cómo se encontraba. Había sido muy atento con ella y conmigo desde ese día, siempre tratando de ayudarme en lo que fuera necesario. También en ocasiones yo me pasaba por su casa durante toda la tarde mientras mi mamá descansaba en la siesta porque la habían pensionado en su trabajo por su enfermedad. Mi madre se negaba a decir en su trabajo que tenía Alzheimer porque decía que, cuando eres un enfermo, la gente te trata diferente. Pero teniendo en cuenta qué era lo que padecía, le insistí que lo mejor era dejarlo y buscar yo algún trabajo.

Se negó, claramente.

Pero no me quedaría quieto, claramente también.

No había visto avances en su enfermedad desde que comenzamos a hacer algunas sesiones con un neurólogo para que me ayudase a hacer que mi madre no comenzara a olvidar cosas de su vida a tan temprana edad, y la verdad es que le benefició demasiado.

Por otro lado, Javier había asistido con nosotros a varias de las sesiones en las que me tomaba del hombro, mientras mi madre entraba al consultorio del psicólogo, y se quedaba conmigo durante el trascurso de la sesión hasta que ella salía.

Me era de gran ayuda su presencia.

Habíamos comenzado a congeniar demasiado y no sabía cuándo fue que mis sentimientos hacia él habían crecido demasiado desde la primera vez que le confesé mis sentimientos hace ocho meses ya, pero me negaba a dejar de sentir esto que estoy sintiendo.

Me estaba enamorando de Javier Molina...

Hasta que el sol deje de brillar (TERMINADA)Where stories live. Discover now