Capítulo 41: Ari

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Seis meses después...

Dejo mi teléfono sobre el colchón de la cama de Javier cuando este llega del baño. Estábamos viendo The Vampire Diaries en su computadora y le ha tenido que poner el pausa por sus enormes ganas —repentinas— de hacer pipí justo en el momento de la boda de Jo con Alaric, por lo que dedico esos escasos minutos de descanso para enviarle un mensaje a mi madre.

Ari: ¿Todo bien en casa?

Mamá: Si hijo, diviértete.

Me enderezo en su cama y le sonrío cuando se sienta a mi lado.

—¿Qué? ¿Tengo algo en la cara o por qué me miras como menso?

Me río.

—Si te vieras con mis propios ojos, sabrías la razón por la que te miro así —digo alzando una ceja.

—Demasiado cliché tu frase, eh. Te encargo poquita originalidad. —Dice sarcástico.

—¿A esas vamos? —Asiente. Me tomo unos minutos en pensar algo que pueda dejarlo KO y sonrío cuando a mi mente llega algo. Acerco mi rostro al suyo y una sonrisa ladina se dibuja en mis labios—. La verdad no me importa si me mandas a la tan conocida friendzone en la que he estado muchas veces en los últimos meses y el año pasado por causa tuya, pero ya no me voy a callar mis sentimientos porque ya me cansé de guardarme las cosas.

Frunce el ceño y ríe.

—Ari...

—Lo siento por insistirte tanto, pero te quiero. Te quiero porque te me metiste dentro del alma y punto, así directo y claro. Y aunque debí de haberte olvidado porque tu corazón siempre le ha pertenecido a alguien que lo fue todo para ti, porque lo fue y sigue siendo, no lo pude ni lo quiero lograr. No pude porque diario pensaba en ti. Y aunque quisiera evitarte, no podría porque cada día te quiero con mucha más intensidad que el día anterior.

El tono carmesí que comienza a pintar su rostro me hace sentir esperanzado porque así, al menos, sé que mis comentarios logran ruborizarlo.

—Y no, no espero que me correspondas de la forma que anhelo que hagas, porque el querer a alguien no debería ser una obligación. Y a mí nadie, definitivamente nadie, me está obligando a quererte. Porque con solo respirar haces que mi corazón vuelva a latir con intensidad. Siempre termino sintiendo más y más por ti, aunque viva con el temor de tu rechazo. Pero no me importa —tomo aire y trago saliva— porque los sentimientos son para expresarse y si no te digo que te quiero y que me encantas como me encanta ver los atardeceres, entonces, sinceramente, no sé quién lo hará.

Había notado un gran cambio en él estos últimos meses.

Cada día que pasábamos juntos me hacía ver que, poco a poco, estaba comenzando a cumplir la promesa de Hugo de hacer que Javier volviera a ser Javier sin él aquí físicamente.

Habíamos pasado estos seis meses juntos y cada día que pasaba era una sorpresa nueva para los dos. Incluso podría decirse que podía verlo las veinticuatro horas del día y no me cansaría de verle.

El primer mes lo dedicamos en toda su totalidad a mi madre.

Javier había congeniado espectacularmente con ella que me sorprendió lo rápido que se tuvieron confianza para llamarse de tú. Javier se la pasaba en mi casa casi todas las tardes para hacerme compañía cuando mi madre tomaba la siesta. Nos disponíamos a ver ya fueran series o películas en Netflix, Prime Video, HBO Max... o, a veces, nos poníamos a ver las telenovelas que salían en el canal de Las Estrellas, nuestra favorita era la de las cuatro y treinta.

Y más que nada era por los actores, nuestro gusto común por el sexy de Andrés Baida era enorme.

También fue el mes de su cumpleaños, marzo, y le regalé un ramo de libros con chocolates incrustados en él.

Hasta que el sol deje de brillar (TERMINADA)Where stories live. Discover now