Capítulo 7: De Javier para Hugo

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Desde el Hospital General de Zona No. 2, Aguascalientes, Ags. 2020.

La fiesta de graduación había llegado. El momento que todos en la preparatoria queremos vivir. La noche en la que se marca el final de una etapa para comenzar una nueva vida siguiendo tus sueños. Un paso más para lograr lo que te propones. La noche en la que técnicamente el noventa y siete por ciento de los adolescentes pierden su virginidad por considerarlo un "momento mágico".

Ridículos.

Con un esmoquin azul marino combinado con una camisa blanca y una pajarita del mismo tono de azul que el esmoquin, entré por la puerta principal del salón acompañado de Alexa con una sonrisa en el rostro; iba con su vestido largo hasta los tobillos en el que la parte del corsé era de encaje y la falda azul del tono de mi traje.

Óscar y Leslie nos divisaron al entrar y corrieron a nuestro encuentro. Óscar llevaba un traje idéntico al mío, aunque de color rojo, y Leslie un vestido del mismo rojo del traje de Óscar el cual le terminaba por encima de las rodillas. Era simple, pero elegante.

—Se ven geniales —comentó Leslie mirándonos a ambos de pies a cabeza.

Los cuatro caminamos juntos hacia una de las muchas mesas que había en el lugar. Nos detuvimos en la misma donde estaban otros tres amigos de Óscar. Mientras me desabrochaba uno de los botones del saco que llevaba puesto, mi mirada había recorrido todo el salón analizándolo.

En el centro del salón había una enorme pista de baile, del techo colgaban estrellas con luces de color blancas que las hacían brillar. Las mesas tenían unos manteles blancos con otro en línea transversal de color azul y, en el centro, un enorme florero lleno de rosas rojas con pequeños adornos de estrellas entre ellas. Y debajo de las mesas salían luces fluorescentes de distintos colores. Había una serie de luces colgando desde el techo hasta el suelo junto a la entrada con un camarógrafo tomando las fotos del recuerdo y, cuando te vi entrar con tu saco de color vino, tu pantalón negro y una pajarita del tono del saco, sentí las piernas temblarme.

Nuestras miradas se encontraron y de las bocinas junto a la pista de baile comenzó a sonar Moments de One Direction. Todo fue como si sucediera en cámara lenta, desde la forma en la que dabas tus pasos con decisión hacia donde estaba yo, como la forma en la que, a unos metros de distancia, alguien te llamó al otro lado del salón y cambiaste la dirección de tu camino.

Parpadeé sin saber qué hacer.

Me senté y concentré mi mirada en Alexa, quien mecía la cabeza al ritmo tranquilo de la canción. Mientras tanto, Óscar y Leslie se reían a carcajadas de los chistes malos que contaban algunos de los chicos que había en nuestra mesa. Nos unimos a la conversación y nos hicieron reír bastante.

Cuando menos acordamos el salón ya estaba a reventar de alumnos.

Todos bailaban en la pista, algunos en pareja y otros en pequeños grupos. Según la canción que sonara en las enormes bocinas. Me puse de pie ajustándome la camisa blanca.

—Vamos a bailar —les indiqué a todos, y para mi sorpresa, todos habían aceptado y se pusieron de pie, encaminándose a la pista de baile.

Esa noche, las estrellas artificiales que colgaban del techo eran lo más brillante de todo en el lugar.

Cuando llegamos, las parejas que estaban bailando abrazados se separaron y comenzaron a menearse al ritmo de A quién le importa de Alaska y Dinarama, algunos brincaban y otros agitaban la cabeza locamente.

Mientras Alexa, Leslie, Óscar, sus amigos y yo bailábamos, cantábamos a todo pulmón la canción y daba brincos al ritmo de la música mirando de vez en cuando a Alexa moverse con locura y ritmo. Cerré los ojos analizando la canción en mi mente, sintiéndola mía. Cuando los abrí, Alexa estaba detenida en seco sin moverse, mirando por encima de mi hombro.

Hasta que el sol deje de brillar (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora