Capítulo 6: De Javier para Hugo

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Desde el Hospital General de Zona No. 2, Aguascalientes, Ags. 2020.

Lo sucedido después del beso fue lo peor que nos pasó a los dos. Y no sé si fue por las burlas que nos hicieron en la preparatoria, o por el vídeo de nosotros dos besándonos en la fiesta que se volvió viral en redes, pero, ¿quién pudo haberlo difundido? Todo el mundo hablaba a nuestras espaldas sobre aquella noche. Algunos incluso me mandaban besos al pasar frente a ellos, cuando cruzaba los pasillos de la preparatoria.

Pero creo que el verdadero infierno fue dentro del salón de clases.

Todos vieron el vídeo en Facebook, incluso algunos dijeron que se encontraba en YouTube. Las consecuencias que trajo aquello fueron los rechazos a cualquier cosa que nos incluyera. Tareas en equipo: nos rechazaban. A excepción de mis amigos: ellos nunca nos negaron nada.

A partir de ese día te convertiste en parte de mi grupo de amigos en la preparatoria, pero algo en ti me decía que te incomodaba estar a mi lado después del beso.

¿Tenía mal aliento cuando sucedió?

¿Te llené de saliva?

¿Te golpeé los dientes con los míos?

No sabía la respuesta de ninguna de esas preguntas, pero tu actitud me decía que algo falló aquella noche. Y posiblemente tenía que ver con ese secreto: tu sexualidad había quedado revelada sin tu consentimiento.

Pasaron los días y comenzamos a formar parte del pasado. De un suceso que no tiene los argumentos suficientes para volverse tendencia por días. Lo malo de las redes sociales era no poder hacer algo sin que los demás se enterasen de tu privacidad.

Los comentarios disminuyeron conforme pasaban los días, pero tus amigos del salón seguían haciéndote burlas de todo tipo. Incluso llegaron a insultarte. Y creo que el comentario que te hizo uno de ellos, el más fuerte de todos los que recibiste, fue la gota que colmó el vaso.

Llegaste un día y te sentaste junto a ellos. Sus miradas eran de ansiedad, como si estuvieran esperando a que algo sucediera.

Yo estaba sentado en mi lugar junto con Alexa, y vi cómo te pusiste de pie y me llamaste. La atención de todos en el salón estaba sobre mí cuando pronunciaste mi nombre. Nos detuvimos a mitad del salón, a la mira de todos. Al parecer siempre te gustaba que fuese el centro de atención.

Al principio no sabía lo que ocurriría, porque la sonrisa que me dedicaste primero me relajó un poco por dentro.

Hasta que de tu boca salió algo inesperado para mí:

—Me das asco.

La sonrisa que se dibujó en mis labios al ver la tuya se desvaneció por completo, al instante. Derrumbaste todo aquello que construí dentro de mí, pieza por pieza.

Parpadeé, confuso.

—¿Qué?

—Que me das asco. ¿Acaso no escuchaste?

No sabía por qué lo decías, pero cuando escuché las carcajadas provenientes de tu grupo de amigos lo entendí todo. Necesitabas mantener tu reputación y harías lo que fuese necesario para conseguirlo. Aún si en eso venía incluido ocultar tu verdadero yo.

Fruncí el ceño y los labios.

—Okey.

—¿Okey? ¿Sólo dirás eso? —Susurraste, confundido como esperando a que te siguiera la corriente, pero no lo hice.

Me encogí de hombros, y por muy horrible que me sintiera por dentro, no te iba a dar el lujo de mostrártelo y alimentar tu ego de ello. Me atreví a jugar con fuego y sin saberlo terminé convirtiéndome en cenizas.

Hasta que el sol deje de brillar (TERMINADA)Where stories live. Discover now