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HABÍAN PASADO UN DÍA DESDE QUE LOS AMIGOS DE LA DIOSA LLEGARON A EL OLIMPO. El día anterior se encontraban cansados por lo cual desempacaron, cenaron y luego decidieron ir a dormir.
Por la mañana del día siguiente, Aegea y Adelaide iban bajando hacia la primera planta de la casa para el desayuno. Ya en el comedor, Aegea se llevó la sorpresa de ver a su familia reunida en la mesa esperando pacientemente a la consentida del lugar y a sus amigos mortales.
Los trece olímpicos reunidos en la mesa esperando a desayunar con simples mortales.
—Aegea, cielo, ¿amaneciste bien? —Demeter se levantó para saludar a su hija adoptiva, tomó su cara entre sus manos y depositó un beso en su frente. —Siéntense ambas, es un gusto conocerte...
—Adelaide. —Contestó la rubia sonriendo. —Un placer conocerlos a todos.
Ambas águilas tomaron asiento y esperaron por el desayuno a ser servido. Adelaide mantenía una conversación con quien ella ni siquiera se daba cuenta que era en realidad la diosa de la sabiduría, Atenea. Mientras, Aegea y Apollo conversaban tranquilamente junto con el escuadrón del caos, o en otras palabras: Hermes, Artemis y Dionisio.
—Así que... Adelaide, ¿estás soltera? —Inquirió Ares coqueto ganándose un trancazo en la cabeza por parte de Artemis.
—Maleducado. —Murmuró la diosa de la caza.
Ares estaba por contestar pero un estruendo se escuchó proveniente del salón principal, seguido del sonido de cerámica siendo quebrada y luego un grito.
—Por todos los dioses... —Susurró Aegea mientras todos se levantaban para ir a ver que había pasado.
Se toparon con la escena de Sirius en el piso en posición de pánico, James espantado tapándose el rostro y Remus algunos escalones arriba con las manos sobre su rostro.
—¿Qué pasó aquí? —Zeus miraba directamente a los dos gryffindor aterrados.
—S- se quebró. —Sirius podía apenas articular esa frase.
—Sí, podemos ver eso claramente. —Atenea contestó cortante.
—Oigan no me dejan ver el circo, muévanse. —Se quejó Hades atrás de todos los dioses. —Ah mejor. —Dijo una vez apareció frente a los merodeadores.
—Hay una serpiente en el piso y se arrastra hacia Sirius. —Dijo Addy mortificada.
—Ah, solo es la mascota de Aegea cuando estaba pequeña. —Contestó Hades despreocupado. —Pensamos que le habías arrancado la cabeza, mi sol, pero todo el tiempo estuvo escondida en ese feo jarrón de Hera.
