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JAMES POTTER NUNCA SE PERCIBIÓ A SI MISMO COMO UNA PERSONA INSEGURA. Siempre creyó que él poseía una imagen buena, segura y confiada tanto en lo físico como en personalidad. A pesar de ello, se sabe que el amor puede llegar a hacer a las personas sentir nuevas emociones y hacerles creer locuras.
Él tenía muy claro lo popular que era con las chicas y la confianza en sí mismo lo ayudaba a salirse con la suya la mayoría del tiempo. Lamentablemente, había llegado a un punto que nunca pensó que llegaría y por ello se sentía como un cobarde.
Las cosas entre él y Aegea habían quedado estancadas en encuentros casuales porque él tenía miedo de estropearlo todo si daba un paso más. Sumándole el hecho de que era una jodida diosa griega, ¿qué otra cosa puede ser más intimidante que eso?
Y el hecho de que en su última cita con la griega ella lo apartó, le estaba causando miles de pensamientos negativos además de el miedo de que ella se aburriera de él. Quería reírse de sí mismo porque nunca se imaginó en tal situación, ni siquiera cuando le gustaba Evans.
—¿Qué mierda me pasa? —Se preguntó en voz alta y pasando sus manos por su cabello despeinado.
—¿Pensando en la griega? —Lo interrogó Peter quien estaba también en la sala común leyendo una revista.
—¿Qué me delató?
Peter lo miró con una ceja alzada.
—¿Qué sucede con Aegea? Pensé que ustedes ya estaban bien, es decir, tus salidas a medianoche con la capa seguramente no son para ir a estudiar.
James lo miró con los ojos muy abiertos por la sorpresa.
—¿Qué? ¿Có- cómo lo sabes?
—Porque tengo insomnio últimamente y tú eres muy perezoso como para acercarte a la cama de cada uno a ver si dormimos.
James rió levemente y luego suspiró para comenzar a hablar.
—La cuestión es que... —James respiró hondo. —Quiero confesarle mis sentimientos, pero tengo miedo al rechazo o a que no funcione.
Pettigrew lo miró incrédulo y confundido.
—¿Tú tienes miedo de eso? —Peter rio sin creerlo. —Cornamenta, quien debería de tener miedo de eso soy yo, no tú.
