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UN OLOR DELICIOSO SE INVADIÓ LA CASA DE LAS D'ANGELO, el tiempo que había pasado con la familia de Adelaide fue lindo y había descubierto la gran habilidad que tenían las italianas en la cocina. La familia de la rubia era igual de amorosa que ella, así que se sentía muy bienvenida en esa casa.
Durante las dos semanas que estuvo con su mejor amiga, se unieron más y mejoró su confianza. Aegea y Adelaide jugaban en la sala de estar, la casa de la rubia era grande para solo las tres personas y el elfo doméstico que vivían ahí. En ese momento, ambas chicas estaban esperando que sus amigos llegaran y luego irse a Grecia la mañana siguiente.
—Ríndete, Gea, solo te quedan esas fichas —, dijo Adelaide y señaló el tablero de ajedrez en la mesa.
—No importa la cantidad de soldados, sino la fuerza e inteligencia con la que pelean —respondió Aegea.
—Eso es lo que digo yo cuando no quiero perder, buen intento, pero jaque mate. —Dijo Addy burlona.
—Auch, estás sacando a tu slytherin interior. —Contestó la griega.
—Niñas, vayan al baño a lavarse las manos, ya va a estar la cena —las interrumpió Lailah saliendo de la cocina.
Algo que había notado la griega era que en casa de las D'angelo era que a pesar de tener un elfo doméstico, ellas cocinaban siempre, a diferencia de otras familias de magos. La comida que ellas preparaban era exquisita, digna de presumir y tampoco usaban tanta magia en la cocina. De hecho, Dumah y Lailah rara vez utilizaban sus varitas, sí hacían magia, pero sin necesidad de esos pedazos de madera.
Iban bajando las escaleras cuando alguien las espantó por detrás haciendo que se tropezaran en los últimos tres escalones, las dos cayeron al piso de frente y voltearon a ver quién las había asustado topándose con Sirius riéndose de su caída.
—Con amigos así para que enemigos, —habló Remus quien estaba sentado en el sofá junto a James.
—Ciao, stronzo! —Los saludó la rubia y luego se escuchó el regaño de Lailah proviniendo de la cocina. —Lo siento mamá.
—¿Cuando llegaron? —Preguntó la diosa.
—Justo ahora, con los polvos flu —le respondió James.
James se acercó a las chicas seguido de Remus y las ayudó a levantarse para luego saludarlas.
