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EL AMBIENTE EN EL OLIMPO SE ENCONTRABA bastante pacífico. Apolo llegó cuando ya todos iban a cenar y pensó que iba a ser el momento adecuado para discutir sobre todo el tema de Aegea. Se sentó a la par de Zeus, quien siempre se sentaba en la cabeza de la mesa.
En el Olimpo no tenían elfos domésticos, eran ninfas quienes se encargaban de servirles. Estas llegaron con una gran cantidad de comida caliente y deliciosa. Al frente de Apollo se sentó Hera, a su lado había un asiento libre, el cual era de Aegea.
—Creo hay algo que debemos discutir. —Dijo el dios de la música suavemente para no hacerlo enojar.
Zeus levantó la vista de su plato de comida.
—¿Ahora? Estamos comiendo.
—Es importante, es sobre Aegea.
Todos en la mesa dirigieron su mirada a Apollo.
—¿Aegea? ¿Qué pasó con ella? ¿Está bien? —Demeter preguntó muy preocupada.
No era para menos, ella había hecho prácticamente todo el papel de madre a pesar de ser su abuela junto con Zeus. Persephone y Hades no habían podido darle muchos cuidados al estar en el inframundo, así que decidieron llevarla al Olimpo. Por esa razón a Aegea no le simpatizaban mucho sus padres, porque la hacían sentir como un accidente y al ser hija de Hades la hacía ser un tanto como él, rencorosa.
—Sí, ella está bien, bueno más o menos... ella quiere regresar.
—Ya hablamos de esto, aquí es muy riesgoso. —Dijo el dios del trueno.
—Bueno, de hecho... —Athena quiso hablar, pero Apollo la interrumpió.
—Es que no lo entiendes. —Hizo una pausa. —Lo siento, Athena, pero es importante. —Miró a la diosa y luego siguió hablando. —Hoy fui a verla...
—¡¿Tú qué?! —Zeus empezaba a irritarse, no quería hablar del tema. —Apollo, sabes muy bien que no puedes andar por ahí. No estamos cien por ciento seguros de si ya nos libramos de toda amenaza.
—Desde mi punto de vista, el Olimpo es más seguro. —Athena habló, —por favor, somos dioses. No estoy menospreciando a los magos, pero nosotros sabemos quiénes son nuestros enemigos y quién entra y sale de aquí. En esa escuela cualquiera podría herir a Aegea y nosotros no nos daríamos cuenta.
—Thena tiene razón, por lo menos en vacaciones. Ni siquiera dejaste que viniera en lo que los mortales celebran como navidad y tuvo que quedarse sola en un castillo. —Decidió intervenir Afrodita.
Apollo recordó cuando fue a vístanla en noche buena y luego dijo:
—Entiendo muy bien que no estemos seguros, pero podemos protegerla. Cuando hoy la vi estaba a punto de perder el control de sus poderes y sabemos lo riesgoso que puede ser eso, —el rostro de Zeus pasó de enojo a preocupación. —Como ya dijeron, aunque sea en vacaciones para prepararla por cualquier cosa.
