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LA AMISTAD DE JAMES Y AEGEA ESTABA CONGELADA, O AL MENOS ASÍ LO DESCRIBÍA ADELAIDE CADA VEZ QUE HABLABA CON SU AMIGA. El resto de sus vacaciones no se hablaron, ni por cartas, ni en persona el día que se encontraron todos en el callejón Diagon comprando sus útiles escolares.
De vuelta en Hogwarts, el grupo de los merodeadores, Adelaide, Lily y Aegea estaban listos para comenzar su séptimo y último año en el lugar. Solo llevaban una semana en el castillo y todos sentían como se llenaban cada vez más de trabajos y a la vez un sentimiento de nostalgia los invadía.
El hecho de dejar el colegio y dar el gran paso a la vida de adultos los aterraba a todos sin excepción, claro que unos lo demostraban y otros trataban de hacerse los fuertes. No solo eso causaba preocupación, también el ambiente tenso que seguía viviendo el mundo mágico no era algo que debía tomarse a la ligera.
Claro que Dumbledore ya tenía planes para arreglar esto último, solo esperaba que todo saliera bien.
—Addy, Lily... dejen de observarme como si les diera pena mi situación amorosa cada vez que Potter está cerca. —Se quejó Aegea viendo a sus dos amigas.
Las tres estaban en la biblioteca tratando de adelantar algunos temas para la clase de Filch y da la casualidad que justo en ese momento los merodeadores decidieron visitar el lugar.
—Yo creo que deberías hablar con él. —Sugirió Lily. —No entiendo como le dijiste eso sobre el beso, Gea. ¿Realmente fue lo mejor que se te ocurrió?
Aegea resopló y posó su rostro contra la mesa.
—Sí y obviamente me arrepiento, pero él me dijo que sin sentimientos de por medio y por eso no voy a hablarle. Me da vergüenza.
—¿No crees que están haciendo lo contrario de lo que en realidad él quería darte a entender? —Intervino esta vez Adelaide.
—Sí, Gea, si James dijo sin sentimientos entonces significa que la amistad podía seguir sin tener que acordarse del... incidente. —Añadió Evans.
—¿Creen que deba ir a hablarle ahora? —Aegea preguntó y sus dos amigas asintieron. —¿A veces me caen mal, saben?
—Solo ve, Aegea Macaria. —Exclamó Lily frustrada.
La diosa se levantó de su asiento, buscó con la mirada a James, a quien encontró solo en la sección de libros de encantamientos. Meditó unos segundos sobre si debía o no hablarle al chico y después de decidir que sí lo haría, no encontraba cómo iniciar la conversación.
