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JAMES Y AEGEA SE SENTARON A ORILLAS DEL LAGO, ambos estaban tranquilos y aunque no llevaban años conociéndose, no se sentían incómodos estando juntos y las cosas fluían bien. El ambiente se sentía relajado, James estaba acostado sobre la grama y Aegea sentada apoyándose en un árbol cerca de el chico.
—Tengo curiosidad, ¿cómo se hicieron amigos? —Aegea le preguntó a James.
—¿Uh? ¿Qué cosa?
La chica sonrió, James se le hacía muy lindo cuando se distraía.
—Ustedes, Remus, Peter, Sirius, los rompecorazones, —añadió lo último con un tono burlesco y el chico rio.
—La verdad no lo recuerdo tan bien, conocí a los chicos en el tren e inmediatamente congeniamos, nos hicimos cercanos con el tiempo y sin ellos mis bromas no serían iguales —. James sonrió, —con Remus y Sirius he sido siempre un poco más cercano, Peter no suele aportar mucho a las cosas, a veces lo siento como solo un espectador, —terminó e hizo una mueca.
—Oh, bueno tal vez Peter solo siente un poco de timidez, es comprensible.
James se acercó un poco más a Aegea.
—Me caen muy bien. —Aegea dijo y James le sonrió. —Qué hay de Lily? ¿Cómo te flechó?
—Uh, la respuesta para eso no creo que se encuentre disponible —dijo el de lentes haciendo una mueca.
La Ravenclaw se rio y dirigió su mirada al cabello de James, quería acariciarlo de tan suave y esponjoso que se veía.
—Solo bromeo... o tal vez no. —Dijo lo último para el mismo, cerró los ojos y sintió las caricias de Aegea.
Se sentía bien, como reconfortante.
—Lily me pareció interesante desde que la vi, —suspiró —bonita, pelirroja e inteligente, pero es amiga de Snape y ese idiota no la deja en paz.
—James, tú tampoco la dejas tranquila por lo que me han contado, —dijo ella.
—E-eh, ¡eso es diferente! A mí me gusta. —Sonó como un niño y cruzó sus brazos sobre su pecho mientras resoplaba. —Y no sé si esto me da puntos extra, pero soy más atractivo que Quejicus.
Aegea carcajeó.
—A Snape también le gusta, es muy obvio.
El gryffindor se quedó pensativo unos segundos.
—¿Tu risa es linda, sabes? —James le dijo a la chica mientras levantaba un poco la cabeza para verla a los ojos.
—Gracias —dijo la griega sonriente. —Tu cabello es lindo también, tienes que enseñarme que te pones.
