xxix. homeless?

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XXIX. HOMELESS?

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AEGEA APARECIÓ EN HOGSMEADE DONDE TENÍA ENTENDIDO QUE MCGONAGALL ESTARÍA PARA RECOGERLA. Era fin de semana, por lo tanto no solo la profesora estaría en el pequeño pueblo, sino que también estaba la posibilidad de que se encontrara a sus amigos.

No había pasado mucho tiempo desde su problema familiar, el día anterior se había largado del Olimpo y pasó la noche en el Caldero Chorreante. Tenía suerte de haber solicitado una bóveda en Gringotts cuando entró a Hogwarts y tenía suficiente dinero para abastecer sus necesidades.

Llevaba ya un rato esperando sentada en una mesa de las Tres Escobas y pensando sobre toda la situación con su familia. Se sentía abrumada, sabía que su padre también estaba teniendo dificultades y quien sabe cuantas maldiciones le estaría enviando a Zeus en ese momento.

Luego Apolo volvió a su mente, sintió como su corazón se apretujaba y sus ojos volvían a estar llenos de lágrimas pero estas no resbalaban aún por sus mejillas. Se sentía traicionada por su mejor amigo y como una completa idiota a la vez. Tampoco tenía un lugar donde quedarse después de salir de Hogwarts y no quería causarle más problemas a su padre o a su madre.

Así, pensando en todo eso una lágrima por fin logró deslizarse por su mejilla. No se había tomado el tiempo para desahogarse y la verdad en ese momento sentía como todo se le venía encima. Limpió sus mejillas rápidamente, dejó dinero para pagar su cerveza de mantequilla y salió a toda prisa del lugar.

Caminaba rápido y la sensación agobiante no salía de su pecho. Sentía como si estuviera cayendo y nadie estaba para atraparla, como si se hundiera y la luz estaba cada vez más y más lejos. Llegó hasta una esquina en el pequeño pueblo donde se escondió para que nadie la viera en ese estado y dejó salir todas las lágrimas que venía guardando desde hace tiempo.

—Señorita Cronida. —Escuchó una voz calma y serena que conocía muy bien.

—Profesora McGonagall. —Aegea limpió sus lágrimas con rapidez y trató de normalizar su respiración.

—No suelo entrometerme con los sentimientos de mis alumnos, pero no voy a ignorar esta situación. ¿Está todo bien?

Aegea meditó su respuesta por unos minutos.

—Sí... no. La verdad es que no, Minnie, todo está mal y se fue al carajo.

—¿Quieres contarme que sucedió exactamente?

—Es que... —la diosa respiró hondo. —El problema por el que me fui inicialmente se solucionó, luego surgió otro y ahora no sé que pasará. Quiero regresar a casa pero a la vez no y aún así no puedo. ¡Me quieren casar con alguien, Minnie!

GODDESS,   james potter.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora