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YA CASI TERMINABA EL AÑO ESCOLAR EN HOGWARTS, Aegea simplemente seguía confundida por lo rápido que logró encajar con sus amigos; nunca se había relacionado tanto con personas que no fueran de su familia o que no vivieran en el Olimpo.
Su propósito al principio era tener un perfil bajo, pero no pudo rechazar estar con Adelaide y los merodeadores. Aegea caminaba al lado de James quien le había pedido que lo acompañara a Hogsmeade ese fin de semana, le había sorprendido un poco la invitación, pero no dudó en aceptarla.
Es decir, James se había convertido en un amigo cercano para ella en esos meses, solo en eso, no sentía nada más por él, ni sentía sensaciones extrañas. Aunque eso quizá era porque siempre que estaban juntos estaban rodeados de sus demás amigos, no como ese día.
—¿Dónde iremos primero? —Preguntó la griega.
—Pensé en ir a Zonko's primero y luego a Honeydukes, ¿te parece? —Preguntó el de lentes y Aegea asintió estando de acuerdo.
Ya estando en Zonko's compraron varias cosas, como bombas fétidas, globos chismosos —a petición de Sirius—, pergamino falso, entre otras cosas más.
Cuando terminaron de comprar en a tienda de artículos de broma se dirigieron a Honeydukes, por alguna razón se sentían un poco nerviosos con la compañía del otro y era como una contradicción a lo que ya habían pensado antes. Ellos no sentían nada por el otro, no podían, al menos no Aegea, ella debía volver al Olimpo cuando ya todo fuese seguro.
Aegea caminaba al lado de James en dirección a el otro lugar que tenían planeado visitar, sintió un pequeño escalofrío cuando James rozó su mano con la de ella y luego la tomó. Ya dentro de Honeydukes buscaron un lugar libre para ir a sentarse y pasar un buen rato.
—Hay algo en ti que me intriga, ¿sabes? —James miró a su cita y ella sonrió.
—¿Qué cosa?
—No lo sé, es que apareciste de la nada y te integraste muy fácil y rápido, no digo que sea malo —, hizo una pausa. —Es solo que me sorprendiste.
—Bueno... yo honestamente pensé que no iba a hacer nada de amigos —, dijo la chica. —En Grecia no es como que todos me amen.
Era cierto, en Grecia y el Olimpo tenía fama de niña mimada y que no se sabe cuidar sola, era la protegida por los dioses que no sabe hacer nada. Claro que nadie se lo decía en la cara, pero se nota cuando no le agradas a una persona. Al menos así pasaba con los sirvientes del Olimpo hace años, pero nunca dijo nada para que su familia no tuviera más problemas.
—¿Cómo es Grecia? —Preguntó James con interés. —Tú pareces extrañarla mucho, a tu país y a tu familia. Tampoco hablas mucho de ellos —, dijo y vio cómo Aegea bajaba la mirada. —Lo siento, no quise soñar tan entrometido.
