vi. pain

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VI. PAIN

                     LA CLASE DE TRANSFORMACIONES SE VEÍA FÁCIL, o al menos para los Ravenclaw

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LA CLASE DE TRANSFORMACIONES SE VEÍA FÁCIL, o al menos para los Ravenclaw. Aunque en esta ocasión, la clase estaba un poco desordenada. Una de la características de algunos Gryffindor, era que podían llegar a ser muy ruidosos y es era el principal factor que desconcentraba a los de la otra casa.

Por más que la profesora McGonagall les dijera a los leones que se callaran, estos no hacían caso y seguían con su alboroto. Por otro lado, a los Ravenclaw se les iba a acabar la paciencia en cualquier momento y solo Zeus sabe que harían.

—¡Potter y Black, les he dicho que se callen! Si no los he sacado de mi clase es porque no quiero que vayan a causar más desastre en el colegio. Si siguen, ambos serán castigados por dos semanas limpiando la biblioteca.

—Ya ya, Minnie. Nos calmamos. —Dijo Sirius.

—Más les vale, no quiero escuchar sus voces de nuevo.

Ambos hicieron caso a la advertencia por unos minutos, pero luego siguieron con lo mismo. La advertencia que les habían dado les entró por un oído y les salió por el otro.

Adelaide y Aegea estaban sentadas en uno de los asientos cerca de ellos. La rubia no lograba organizar bien sus pensamientos y eso causaba que se frustrara y no realizara bien lo que orientó McGonagall.

—Por todos los ángeles, si esto no me sale ahora juro que corto todo el cabello de Sirius.

—¡Te escuché! ¡No te atreverías, D'Angelo! —Sirius habló tembloroso.

—¡No sabes de lo que soy capaz!

—Silencio, señorita D' Angelo y señor Black —les habló la profesora.

Aegea luchaba con sus emociones, con el otro enojo y la frustración en específico. Una de las consecuencias de ser hija de Hades es que Aegea podía llegar a ser muy impulsiva o le costaba mucho calmar lo que sentía y eso lo odiaba.

—Juro por todos los dioses que si el hechizo no me sale en el próximo intento le partiré en dos esos lentes de abuela a Potter. —Aegea murmuró frustrada.

—¡Oye! ¿Cómo que de abuela? —James se hizo el
ofendido.

—Que mediocres. —Snape sonreía burlón habiendo terminado su trabajo ya hace unos minutos.

—Cierra la boca, Quejicus —dijo la rubia italiana.

—Dile eso a tus amiguitos, rubia.

Aegea hizo caso omiso a la discusión de sus compañeros y trató de volver a concentrarse. Su mente quedó en blanco.

»Oh no, no ahora por favor.« Pensó la chica.

Sintió como sus ojos empezaban a picar, su temperatura subía y su corazón se aceleraba.

GODDESS,   james potter.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora