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JAMES Y AEGEA SUBÍAN LAS ESCALERAS HACIA LA TORRE DE ASTRONOMÍA CORRIENDO Y TOMADOS DE LA MANO. James iba al frente y volteaba de vez en cuando para asegurarse de que su amiga estuviera bien.
Una vez llegaron hasta la parte más alta de la torre, se asomaron por el balcón para tomar aire y mirar el paisaje.
—Gracias por sacarme de ahí, James. —Aegea sonrió viendo al chico y este le devolvió la sonrisa. —Juro que yo no tenía idea de que Lily sentía eso por mí, nunca se me pasó por la mente.
—De hecho nos sorprendió a todos... y el beso. —James se pausó y bajó la mirada. —Fue wow, no pensé que lo haría. Tuvo más valor que...
Potter se detuvo dejando a la griega confundida y se quería dar un golpe por su torpeza. ¡Casi decía que Lily le había ganado! Aunque su mente estaba confundida pues no entendía porqué se sentía así si Aegea no le gustaba, ¿no?
Y es que su belleza lo deleitaba tanto que sentía que podía pasar viéndola hipnotizado por una eternidad. Ni hablar de la manera en que hablaba, su risa y su inglés con un toque de acento griego. Las veces que maldecía en su idioma y las veces que se ponía roja del enojo o la vergüenza.
Le prestaba tanta atención que sentía que conocía cada una de sus expresiones. Su inteligencia lo hacía sentir maravillado, ¿cómo podía ser tan atractiva?
Pero había besado a otra gryffindor antes que a él. ¡Qué imbécil! Se reprendía a cada rato en su mente pues lo único que debía hacer era decirle lo que sentía. ¿Pero y si lo rechazaba?
Recordó la frase que Remus le había dicho de: 'El que no arriesga no gana.' Y quiso decirle todo en ese instante, pero no podía. No la haría pasar por eso cuando Lily ya la había dejado en shock un rato antes. Tenía miedo de terminar con su amistad y mandar todo al carajo.
Estaba tan hundido en sus pensamientos que no notó cuando Aegea se había acercado a él preocupada y en ese momento agitaba su mano frente a los ojos del chico.
—¿Todo bien, James?
—Todo perfecto, Gea. —Potter sonrió y bajó su mirada para ver a Aegea directamente a los ojos, quien era un poco más baja que él. —Tus ojos son muy lindos.
—Son del color más común de que hay. —Contestó la griega apenada.
—¿Y eso qué? Aunque sean de un color común siempre hay algo que los hace hipnotizarme.
