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—Yo opino que le cortemos todo el pelo y que quede calvo. —Dijo Lily Evans planeando una venganza contra Black junto a sus otras dos amigas.
—Apoyo la noción. —Contestó Aegea.
—¿No es algo pesado eso? —Preguntó Adelaide tímidamente y jugando con las mangas de su camisa ansiosa. —No quiero hacerle tanto daño.
Lily suspiró y compartió una mirada preocupada con Aegea.
—Addy, él no se preocupó por ti cuando hizo lo que hizo. ¿Y lo peor de todo esto? Que pretende que nada ha pasado y sigue ocultándolo. Es un asco. —Le dijo Evans.
—Hay algo que quiero saber también... ¿por qué no lo hablas con él, Addy? Quiero creer que todo fue una confusión, que no lo hizo en verdad. —Habló la diosa. —Ni siquiera sabemos si los chicos lo saben, pero si lo hacen no quieto dirigirles la palabra en quien sabe cuánto tiempo.
—Hablaré con él cuando tenga los ánimos para verlo a los ojos. Me indigna demasiado el hecho que me lo oculte tan descaradamente.
—¿Entonces no le haremos nada? —Preguntó la pelirroja.
—Mejor no, no aún. —Contestó la italiana.
—No puedo creer tampoco que Marlene haya sido tan desconsiderada. Se supone que era nuestra amiga, ugh. —La diosa estaba enojada. —Me siento fastidiada por ambos.
Y también curiosa por toda la situación, no quería dudar de su amiga, pero le resultaba extraño que Sirius fuera capaz de tirar todo por la borda así por así. Detestaba la idea de que los merodeadores fueran capaces de darle la espalda a Addy cuando ella era la víctima en toda la situación. Necesitaba investigar más sobre el tema.
—Sí, pero por el momento creo que es mejor dejarlo así. —Contestó Adelaide. —Cortaré con Sirius posiblemente mañana, necesito un buen descanso y energía. Me voy a dormir, chicas. Las veo mañana, descansen.
La rubia se despidió de sus dos amigas, Lily y Aegea se quedaron juntas en el salón principal de la sala común de las águilas. Evans había logrado entrar sin ayuda esa vez y se sentía orgullosa de sí misma.
—Bueno, yo también me voy. —Dijo Lily. —Se hace tarde y necesito terminar una tarea.
—Te acompaño a tu sala común. —Aegea se levantó y caminó detrás de la pelirroja.
En el camino, la diosa pensó en James. Sentía como que si las cosas en ese punto de sus vidas estaban yendo demasiado rápido. Como si los estuvieran obligando a crecer y no estaban viviendo bien sus etapas. Claro que para sus amigos mortales era más difícil de afrontar que para ella y no quería sonar egoísta.
