Letrero

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En aquella sala de espera llena de revistas viejas y colores apagados esperaba unos papeles para poder ir a casa y abrazar a sus bebés, extrañaba esas mejillas rosas y esos ojitos inocentes.

Movía los pies, se miraba en la pantalla de su celular, y sé enredaba el cabello en los dedos, era tan desesperante, ¿acaso el tiempo estaba congelado en aquel lugar?, era tan desagradable con olor a humedad y una alfombra que se notaba sucia a kilómetros de distancia.

Este lugar no era relajante, no era un lugar donde pudiera sentirse a gusto para contar su vida y sus miserias, al parecer los policías tenían un servicio repugnante de psicología pública, pero él no tenía más opción que asistir y no quedar mal pues podrían quitarle a los niños.

Escuchaba pasos, llanto, y discusiones. Entró a su consulta y ni siquiera recordaba que tantas cosas había dicho, la poca confianza y los nervios de estar ahí no dejaban su mente en paz.

La puerta a su izquierda dejó ver a una mujer sin una chispa de simpatía, esta le entregó los papeles y volvió a encerrarse en su pequeña oficina, se levantó tan rápido y ansioso que dejó caer su celular haciendo bastante ruido, por un segundo creyó que alguien apreciaría de la nada para regañarlo.

No quería volver, era tan horrible saber que no hacían nada por ayudarlo solo trataban de quedar bien con el sistema judicial y nada más, ¿qué sería de él si nisiquiera una "profesional" podría ayudarle con su problema?, empezaba a sentir que estaba destinado a esto.

Antes de subir a su auto se fijó en un local que le llamó la atención enseguida por el enorme parecido que tenía con el restaurante donde le propusieron matrimonio, ¡genial!, frente al departamento público de psicología estaba un lugar idéntico al que fue cello de su desgracia.

Simplemente debía alejarse, se subío al auto y las sillas de bebés en el asiento trasero le quitaban el poco ánimo que tenía, los niños, los bebés, los que pronto iban a crecer tendrían una madre desmoronada, no quería eso pero el esfuerzo dolía y no sabía que hacer.

Un impulso extraño lo hizo girar el volante y en vez de seguir sin marcha atrás se estacionó frente al local, ese maldito lugar parecía estarlo llamando.

" ᵗᵉ ᵈᵉˢᶜᵘⁱᵈᵃˢᵗᵉ "

" ᶜᵘᵃⁿᵈᵒ ᵐᵉ ᶜᵃˢᵉ ᶜᵒⁿᵗⁱᵍᵒ ˡᵒˢ ᵖᵃⁿᵗᵃˡᵒⁿᵉˢ ᵗᵉ ᵃʲᵘˢᵗᵃᵇᵃⁿ... ᵖᵉʳᵒ ᵈᵉ ᵐᵃⁿᵉʳᵃ ˢᵉˣʸ"

" ᵉˢᵗᵒ ⁿᵒ ᵉʳᵃ ᵃˢⁱ ᶜᵘᵃⁿᵈᵒ ᵗᵉⁿⁱᵃˢ ²⁰ "

Eren- ¡por Dios!, ¡sal de mi cabeza!, ¡no es justo!...no- es- no es justo que esto me pase a m- mi

Las lágrimas caían como cascadas, pero las cascadas eran pacíficas y libres, él no. No podía superarlo, se sentía cada día más atrapado en aquella crítica constante hacia su físico y sus acciones, ¿por qué tuvo que cambiar?, ¿por qué tuvo que crecer?, añoraba los 20 como nada en el mundo.

- ¡muevete de la entrada maldición!

El susto que se dio termino de joderle la tarde, ahora sollozando y con el corazón acelerado movió su carro unos centímetros para poder dejar pasar al empleado encargado de entregar los pedidos, se veía realmente molesto y no fue para nada amable.

- ¡El letrero dice "no estacione"! ¡¿Qué maldita parte de eso no entiendes?!

No tenía ánimos de lidiar con una situación así, pero bajó el vidrio e intentó mantener la calma mientras aquel chico descargaba toda su ira sobre él sin ningún motivo, solo se había estacionado mal y en seguida se movió, no tenía sentido que estuviera tan enfurecido.

Eren- lo- lo lamento...

Lo que él molesto delivery no imaginaba es que su jefa le tenía la mirada encima todo el tiempo, anotando cada cosa que hacía y siendo testigo de lo mal hablado que podría llegar a ser su empleado.

- ¡Levi!, ¡¿qué crees que haces?! , ¡¿creés que no te vi?!

Solo quería arrancar y volver a casa, los bebés lo esperaban pero esta chica empezaba a decir un millón de cosas y sin entender nada él no avanzaba, empezaba a tener ese pánico de que alguien iba a regañarlo, de que todos eran como Farlan y no tendrían compasión con las palabras.

- ¿sabés por qué te soporto?, ¡porqué tu madre es importante!, te hubiera sacado de este local hace siglos, no haces más que espantar a los clientes ¡ve y disculpate!

Levi- lamento que no sepas leer

- vete a trabajar y cállate (suspira) lamento eso en verdad, si quiere puede pasar y le damos un postre gratis con su orden como compensación

Apretando el volante de manera brusca y ansiosa negó con la cabeza y empezó a conducir sin importarle que casi atropella a la chica que intentaba ser amable con él, cada cosa, cada pequeño detalle hacía que su día se convirtiera en un asco.

No lo atendieron como debían en el consultorio, se topa con un sitio que es idéntico a donde le propuso matrimonio el hombre que tanto amo, se estaciona mal, le dicen de todo y luego intentan regalarle un postre. ¿Qué demonios pasaba con su vida?, ¿acaso estaba en manos de Farlan su única felicidad?, cuando estaban juntos y él tenía 20 años esto no pasaba... esto no era así.

" ¿ᵈᵉˢᵈᵉ ᶜᵘᵃⁿᵈᵒ ᵉʳᵉˢ ᵗᵃⁿ ⁱⁿᵘᵗⁱˡ? "

" ᵉⁿᶠᵒᶜᵃᵗᵉ ᵉʳᵉⁿ ᵖᵒʳ ᵈⁱᵒˢ "

Eren- (se limpia las lágrimas) ¿por qué no vi ese maldito letrero?, me volvió inútil, siempre tuviste la razón Farlan...

" ⁿᵘⁿᶜᵃ ᵛᵃˢ ᵃ ᵃᵛᵃⁿᶻᵃʳ ᵉⁿ ᵗᵘ ᵛⁱᵈᵃ ᵖᵒʳᵠᵘᵉ ʸᵒ ˢᵒʸ ˡᵒ ᵘⁿⁱᶜᵒ ᵠᵘᵉ ᵗⁱᵉⁿᵉˢ ¿ʸ ᵠʸᵉ ᶜʳᵉᵉˢ? ᵐᵉ ᵉˢᵗᵃˢ ᵖᵉʳᵈⁱᵉⁿᵈᵒ "

Entre lágrimas y sufrimiento recordaba las duras palabras. Se estaba ahogando en un mar de pena y no encontraba la forma de salir.

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𝙔𝙖 𝙥𝙖𝙨𝙖𝙨𝙩𝙚 𝙡𝙤𝙨 20. (terminada) Where stories live. Discover now