Aᴍʙᴏs Pʀᴏxʏ's ǫᴜɪᴇʀᴇɴ ᴀ ʟᴀ ᴍɪsᴍᴀ ᴄʜɪᴄᴀ, ᴘᴇʀᴏ sᴏ́ʟᴏ ᴜɴᴏ ʟᴀ ᴛᴇɴᴅʀᴀ́.
Nunca sabes quién te observa.
Nunca sabes quién te sigue los pasos.
Nunca sabes quién te piensa.
Y cuando te dés cuenta, puede ser demasiado tarde. Ya eres su objetivo, su obsesió...
Oops! Această imagine nu respectă Ghidul de Conținut. Pentru a continua publicarea, te rugăm să înlături imaginea sau să încarci o altă imagine.
Elena Jones
Salí del negocio del cuál me entrevistaron y me fue muy bien en la entrevista. Sí me aceptaron y mañana mismo me presento, trabajaré turnos mixtos. La abuela se pondrá muy feliz, al menos ya podré ayudarle con los gastos de la casa y no estar de mantenida.
Por alguna extraña razón sentí la mirada de alguien sobre mí, miré al frente, pero sólo ví a un chico con una sudadera anaranjada sentado en una banca. Pero él no parecía tener su atención en mí, está mirando a otra parte, por lo tanto no le veo el rostro.
Bueno, no importa, debió ser mi imaginación.
Me dirigí al súper a comprar algunas cosas que me encargó la abuela, pero antes de entrar me detuve en la entrada.
A mi cabeza vinieron los recuerdos de aquélla noche, aún me siento inquieta y asustada. Se puede decir que me dá miedo el súper. Me tragué mi miedo y entré, mientras hacía mis compras miraba a todos lados y atrás de mí, me aterra tener a alguien detrás mío.
⦻⦻
Salí del súper con varias bolsas en mis manos, están un poco pesadas. Cuando íba a doblar la esquina choqué con un grupo de personas y las bolsas cayeron de mis manos.
Pero que personas tan groseras. Ni siquiera me miraron y siguieron su camino muy despreocupados, ni una disculpa me pidieron.
—Que mal me caen mal las malditas personas.—Mascullé entre dientes recogiendo mi despensa muy enojada.
Mientras recogía mi despensa se me acercó un muchacho.
—Permítame ayudarla, señorita.—Levanté la mirada para enfocarme en el dueño de esa voz tan amable y varonil.
Se trata de un chico, se vé más grande que yo. Su cabello es castaño claro y alborotado, ojos claros y tez blanca.
No pude evitar sonrojarme un poco por su cercanía. Los vellos claros de mis brazos se erizaron y sentí algo raro en el estómago.
—S-Sí...—Susurré bajito.
Ese chico me ayudó a recoger mis cosas.
«Que muchacho tan agradable».
—Muchas gracias.—Agradecí apenada apretando las bolsas contra mi pecho.—Adiós.—Me dí media vuelta para irme.
—Oye, espera—, Me detuve aún dándole la espalda.—Nunca te había visto por aquí, ¿Eres nueva en el pueblo?—
«Siempre la misma pregunta».
—Hmm... Sí, soy nueva por aquí, acabo de llegar a Ontario.—Me giré a verlo.—¿Tú eres de aquí?—
