Aᴍʙᴏs Pʀᴏxʏ's ǫᴜɪᴇʀᴇɴ ᴀ ʟᴀ ᴍɪsᴍᴀ ᴄʜɪᴄᴀ, ᴘᴇʀᴏ sᴏ́ʟᴏ ᴜɴᴏ ʟᴀ ᴛᴇɴᴅʀᴀ́.
Nunca sabes quién te observa.
Nunca sabes quién te sigue los pasos.
Nunca sabes quién te piensa.
Y cuando te dés cuenta, puede ser demasiado tarde. Ya eres su objetivo, su obsesió...
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Elena Jones
No he podido relajarme, me siento muy angustiada y asustada. No me quito de la cabeza a esa extraña criatura que ví en la carretera y pienso en todas las cosas horribles que le dije a Tim.
No tenía muchas ganas de salir, pero Kenia insistió mucho con eso, sino yo ahora mismo estaría durmiendo muy tranquilamente en mi cama.
—Definitivamente, me arrepiento de haber venido.—Murmuré un poco mareada porque ya estoy pasada de copas.
Al llegar a la cabaña, los chicos sacaron de la parte trasera del auto las bocinas para la música, bebidas alcohólicas, refrescos, botanas, frituras, etc.
Al principio, yo no quería beber, pero Aarón insistió mucho y finalmente cedí. Sólo que perdí la cuenta después del tercer vaso. Como no estoy acostumbrada a beber, el alcohol me hizo efecto muy rápido.
Pusieron las bocinas muy altas y la música golpea con fuerza en mis oídos, todos teníamos que gritar para hablar. Apenas puedo escuchar mi propia voz.
Todos bailan al compás de la música, saltan, comen, beben, ríen y se gritan entre sí.
—¡Emily!—Miré a Kenia que viene hacia mí.—¿¡Por qué estás tan callada y quieta!? ¡Vámos, anímate!—
—¡Me siento muy borracha! ¡Siento que me voy a caer!—Grité riéndome.
—¡No seas aguafiestas! ¡Levántate, ésto apenas comienza! ¡Vámos, arriba!—Kenia tiró fuertemente de mi brazo, obligándome a ponerme de pie, pero perdí el equilibrio y ambas caímos al suelo.
Sólo que sucedió un pequeño accidente; Nuestros labios rozaron accidentalmente, pero sin pudor alguno Kenia me besó. Quedé muy sorprendida y mantuve mis ojos muy abiertos, pero por el efecto del alcohol mi mente está en blanco, no soy conciente de mi entorno y de mis acciones, al parecer Kenia también está muy ebria. Lo único que hice fue dejarme llevar y le seguí el beso, no creo que pase nada por besar a otra chica, después de todo estámos muy ebrias y lo más probable es que al día siguiente no recordemos nada, ¿No?
Ambas soltamos un grito y nos separamos abruptamente cuando Ana nos tocó los pechos.
—¡Se puso rara la noche!—Ana se alejó de nosotras riendo a carcajadas.
—¡No me digan que le entran a los tijerazos! ¡El alcohol las puso muy intensas, chicas!—David ríe a carcajadas.
—¡No! ¡Fue un accidente!—Exclamé sonrojada.
—¡Emily, lo siento! ¡No te enojes conmigo! ¡Lo hice sin pensar! ¡No fue mi intención!—Kenia se disculpó con pena y con sus mejillas rojas.
—¡Kenia, yo...!—Mis palabras fueron dichas al aire porque Kenia me dejó sola y siguió bailando.
