Aᴍʙᴏs Pʀᴏxʏ's ǫᴜɪᴇʀᴇɴ ᴀ ʟᴀ ᴍɪsᴍᴀ ᴄʜɪᴄᴀ, ᴘᴇʀᴏ sᴏ́ʟᴏ ᴜɴᴏ ʟᴀ ᴛᴇɴᴅʀᴀ́.
Nunca sabes quién te observa.
Nunca sabes quién te sigue los pasos.
Nunca sabes quién te piensa.
Y cuando te dés cuenta, puede ser demasiado tarde. Ya eres su objetivo, su obsesió...
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Kenia Watson
Ha pasado un maldito mes desde que estoy con él. Y la verdad, es que nadie me había intimidado tanto en toda mi vida, nadie me había gritado y golpeado en mi vida.
Ya no aguanto ni un segundo más estar al lado de ese loco.
Él me tortura, me golpea y me viola todos los días gimiendo repetidas veces el nombre de otra chica que no recuerdo.
Parece que me confunde con otra chica.
Él está loco.
Él está enfermo.
Él no está bien.
Su mente no está bien.
Desde que llegué a éste pueblo, él puso sus ojos en mí y comenzó a seguirme a todas partes. Tenía mucho miedo, era difícil hacer mis actividades diarias, me sentía acosada a todas horas y me sentía observada mientras dormía. Hasta que esa noche me secuestró, privándome de mi libertad.
Y me aterra no saber dónde está Elena, no sé qué pasó con ella, ni sé si también fue raptada por esos dos tipos.
Sólo quiero encontrar a mi amiga y volver a mi hogar, a mi vida de antes.
Tengo frío, mucho frío.
Eso es lo que siento en éstos momentos.
Todos los días y todo el tiempo tengo una cadena en mi pie.
Desde la última vez que ví a Elena y a mis amigos, desde esa misma noche no he visto la luz. He estado aquí encerrada día y noche.
«Espero morir pronto. Ya no creo resistir más tiempo».
Mi cuerpo se tensó al escuchar pisadas afuera del cuarto. Miré la gran silueta de mi secuestrador, la cuál se logra ver por debajo de la puerta gracias a la luz de afuera, en cambio yo, estoy aquí totalmente a oscuras.
Todo en mí se estremeció ante el fuerte chirrido de la puerta abrirse con lentitud y cerrarse con fuerza. Bajé mi cabeza y cerré mis ojos al escuchar sus pasos acercarse.
«No quiero verlo».
Hubo un inquietante silencio, hasta que sentí su áspera mano tomar con brusquedad mi mentón haciendo que mire a mi raptor; Ticci Toby.
Mi sangre se heló al encontrarme con sus sádicos ojos.
Mi cuerpo tiembla demasiado, y más al ver sangre en su ropa.
—Ya estoy aquí, mi hermosa Sirenia.
«Mi nombre es Kenia. Yo no soy esa tal Sirenia, maldito psicópata».
