CAPÍTULO 10

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IMÁGEN DE ISABELLA PEQUEÑA:

- Le juré a tu padre que te protegería. - Me miró. - Tú eres sagrada para la jerarquía celestial y el Infierno. Tienes la capacidad de ver el futuro y el pasado de ángeles y demonios. Puedes destrozar el mundo y hasta... el Infierno si es posible. Cuando estabas en tus recuerdos escuchando esa voz en tu cabeza, era Satanás. Padre de todos los demonios del Infierno, líder de todo y enemigo de Dios. Cuando tenías en tus manos esa daga, eras muy pequeña. De seguro no te acuerdas. Pero, te defendiste y mataste de un demonio. Te quieren para ser líder de ellos y tal vez, esclava de mi padre. - Suspiró algo estrezado. - Te quieren para destrozar a Dios y ángeles. - Se quedó en silencio observandome.

- ¿Qué me estás diciendo? - Fruncí el ceño. - ¿Por qué soy sagrada?

- No lo sé. Dios te creó con un propósito, pero nadie lo sabe. - Su expresión era seria ahora. - Tu padre sabía de todo ésto, pero nunca se atrevió a decirtelo.

Me quedé callada tratando de creer todo lo que me decía, hasta que siguió.

- Esos recuerdos sí son reales. Pero, yo y él te la borramos... y creo que no funcionó.

- ¿Y qué eres tú?

- Un demonio.

- ¿Y por qué no me mataste o me matas? Los demonios me quieren y tú... - Saltó una risita. Parecía algo estúpido decir eso, pero era la verdad. ¿Por qué no me lleva con su padre al Infierno?

- Soy un demonio, pero traicioné a padre y demás demonios. - Lo dijo con mucha sinceridad y algo de tristeza. - Mi padre solo me usaba en lo que le convenía. Yo siempre lo quise, pero él nunca lo hizo. Lucas siempre fue su favorito. Le daba todo, y yo era como una porquería. - Su cara se veía furioso. - Por eso es que hablé con los ángeles para estar con ellos e intervenir en lo tuyo. Luego conocí a tu padre y nos volvimos muy cercanos. - Una sonrisa apareció en su rostro. - Le juré que te protejería de ellos y mi padre, para que no te llevaran.

- ¿Tu padre cómo supo que lo traicionaste? - Lo miré preocupada con mis ojos bien abiertos y brillantes.

- Mi padre se enteró por el imbécil de Lucas. Ahora me quieren muerto.

- ¿Mi padré... lo mató... - Mi voz se entre cortaba. Cuando Noah me interrumpió.

- Lo sé, lo mató Lucas por venganza. Sabía que yo era muy cercano a tu padre y ahora más que nunca... tú te quedarías completamente sola. Pero lo que no saben, es que le juré de protejerte. Y además no podrán deshacerse tan fácil de mí. - Una risa se asomó en su rostro.

Me quedé mirandolo confundida de lo que había dicho.

- Heredé los poderes de mi padre. Él no lo sabe, piensa que soy un inútil. Puedo hacer lo que sea, cuando y donde sea. - Se cruzó de brazos, rocostrandose en el respaldo del sofa.

- ¡Ajá! ¿Y cómo qué? - Él me miró de reojo, aún teniendo una sonrisa.

Un movimiento de la silla que estaba a mi lado, me hizo sobresaltar del susto. Se había movido... Noah lo había movido.

Finalmente, soltó una carcajadas, pero no era algo me daba gracia.

- No es gracioso. - Lo miré con fastidio.

- Sí que lo es.

Ahí fue cuando reímos ambos. Parecía un momento bastante serio y aterrador. Pero lo necesitaba.

Quería reir con todas mis fuerzas, sonreir y olvidarme de todo, como si nada hubiera pasado. Sobre todo lo de mamá, que aún no podía creerlo.

•••

Pasé una horrible noche, no podía dormir y mis pensamientos me volvían loca. Toda aquella historia que me contó Noah, terminó de espantarme.

No sé cómo hice para creerle, pero algo en mí, hizo que lo haga. Lo decía con toda la sinceridad del mundo. Todo encajaba bien, todo tenía sentido. Ahora lo entendía.

Me dispuse a ponerme de pie, aún siendo las dos de la madrugada.

Noah dormía en la habitación de mamá, aunque no gustaba para nada la idea. Bajé las escaleras, rumbo a la cocina. Sinceramente no sabía que iba a hacer allí.

Pero necesitaba pensar.
Me senté en uno de los bancos de la isla y empecé a mirar la nada, tomando un vaso de agua fresca.

Un instinto me hizó espiar a Noah y no sé porqué. Solo desconfíaba algo de él y quería asegurarme de que estaba allí de verdad.

Subí las escaleras, pasando el largo pasillo casi oscuro en busca del cuarto de mamá. La puerta estaba entornada, así que podía abrirla sin dificiltad. Iba a abrirla, cuando alguien solo lo hizo sola.

- ¿Me buscabas? - No podía verlo con claridad, pero la luz de la luna que daba al ventanal de la habitación, me hizo captar una sonrisa.

- Am-h.... - Me quedé paralizada sin saber qué decir. - No, claro que no. - Sonreí falsamente, llevandome la mano al cabello, rascandome y acariciandolo.

Era súper obvio que se dio cuenta que estaba súper nerviosa y no sé porqué. Con solo verlo me...

Me pone nerviosa...

HOUNDTERSWhere stories live. Discover now