CAPÍTULO 35

2 2 3
                                    


El ambiente era cálido al igual que sus grandes manos, que si no fuera que estaban en mis mejillas, de seguro estaban reñidas de un color rojo intenso de mi enrojecimiento.

Tuve el valor de acercarme lentamente para así juntar nuestros labios, pero él apartó su rostro.

Eso no me lo esperaba...

Estuve unos momentos para reaccionar a lo que me había dicho, para así responderle.

- ¿Me haz hecho la cobra o realmente no querías besarme? - Soné sarcástica, pero por dentro mi corazón estaba a pedazos y sentí una punzada en mi pecho.

- Isabella... - Me desvió su mirada para luego, posar sus ojos hacia el suelo. - No... - Un suspiró de angustia pude destacar de él.

Aparté sus ambas manos de mis mejillas con algo de brusquedad y la tristeza me invadió por dentro, la que estaba reteniendo, pero no duró mucho.

Quería saber porqué...

¿Por qué me besa y luego actúa como si no hubiera pasado nada...?

- ¿Por qué no me dices que no sientes lo mismo que yo y ya? - Levanté algo la voz, cuando no me di cuenta que derramaba lágrimas sin parar. - ¿Es tan difícil?

- Isabella yo sí te quiero - Sus ojos estaban negros, pero encantadores. Una mirada que por primera vez, vi amor. Pero su expresión, era totalmente lo contrario. - Pero...

- ¿Pero qué Noah? - Sollozé.

- No te quiero perder, Drey. Ya he pasado por ésto... - Se acercó a mí, cuando finalmente, tomó mis pequeñas manos dando un suspiro. - No quiero que por las estúpidas reglas de mi padre, quieran matarte y más cuando ahora mismo te quieren al Infierno.

¿Había tenido un amor?

- ¿Habías tenido a alguien más? - La inseguridad de mi voz, era aún más entre cortada. Honestamente, no sé porqué lo pregunté, cuando ahora mismo no quería saberlo.

- Sí, Eva. Una de las primeras personas que estuvo en la tierra. Pero la perdí hace siglos. A los demonios ni tampoco los ángeles, le gustaron la idea de tener una relación juntos. Y, mi padre... la mató.

Podía ver sus ojos en mí, con tristeza.
La mirada tan oscura y espeluznante de siempre, ahora era delicada.

- Por eso, es que los ángeles te quieren para destruir a los demonios, por haber matado a uno de sus seres queridos tan sagrados del cielo. No te lo quise decir...

- Lo sien... - Me interrumpió.

- No te disculpes, porque no tienes la culpa de que la haya perdido. Solo, necesitamos tiempo para que todo ésto se calme. - Sacó una sonrisa que casi no se notó. - Estaremos juntos y lo prometo. Te amo.

Finalmente, comprendí que realmente me amaba al igual que yo a él.

Nos amabamos...

Pero no podíamos arriesgarnos a apresurarnos, por el hecho de las estúpidas reglas del cielo y del Infierno. Pero estaría dispuesta a hacerlo...

Arriesgarme.

- Igual yo. - Dicho eso, de un momento a otro, Noah ya me estaba besado.

•••

Buscaba en mi armario con desesperación, ropa. No tenía casi nada, todas eran muy simples y hasta algunas desgastadas. La vez que fui con Fiorella de compras, apenas había comprado una blusa y nada más. Todo fue culpa de Betty.

La vista del inicio de mi teléfono, marcaban las 4:18p.m de la tarde y eso me hacía ponerme más nerviosa y ansiosa a la vez.

Noah vendría a buscarme y yo ni siquiera me había alistado. No era una cita, bueno, no lo sé. Pero quería lucir bien. Me había dicho que me recogería a las 17:00 pm

- Perfecto. - Me dije a mí misma en voz alta, con mi vista en la ropa que había elegido. Algo simple, pero prolíjo y combinado.

Tenía que ducharme o sino no llegaría a tiempo, así que solo entré.

La relajante ducha hizo retrasarme aún más.

¿Desde cuando soy la mujer más inpuntual del mundo...?

Me envolví en una toalla para cubrir mi cuerpo desnudo, cuando luego, quise abrir la puerta del baño, pero no lograba abrirla.

¡Carajo! Me había olvidado que la cerradura del baño se había roto y el tacaño de Noah, aún no la había arreglado. ¿Resulta que ahora estoy encerrada?

¿Es lo último que me faltaba, verdad?

Unos bocinazos de fondo, me hicieron pensar que ya me estaba esperando abajo.

Fijé en el pequeño ventanal del baño y pude alcanzar a ver a Noah desde arriba con su lujosa camioneta negra.

- ¡Noah! - Grité desde arriba, asomandome. No sabía si podía escucharme o no, pero solo lo llamé.

- ¿Todavía no te alistaste? - Me preguntó sarcástico en mi cabeza. Cuando luego mi teléfono vibró de una llamada.

¿Qué haré ahora...?

HOUNDTERSWhere stories live. Discover now