CAPÍTULO 28

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3:46 A.M

Necesitaba llevarla a casa en cuanto sea. Estaba demasiada ebria como hasta para ponerse pie.

Me dirigí hacia ella entre la multitud. No veía a Marcus a mi vista y Austin, el imbécil, besaba apasionadamente al otro lado de la pista, a un maldito drogadicto. A metros de mí, alcanzaba a ver a Fiorella Dante, quien bailaba locamente con un chico.

Necesitaba llevarlas a ambas a casa. No quería ser un idiota, como para solo llevar a Isabella a casa.

Aunque ella era prioridad ahora.

Hombres la miraban con deseo, cuando de pronto los aparté con un leve empujón.

La miré serio.

- ¿Qué pasa? ¿No te estás divirtiendo? - Gritó ella mientras movía sus pequeñas caderas y su cabeza, con demasiado vigor.

- Debo llevarte a casa, Drey. - Dije.

- No, claro que no. - Espetó. - ¡Ven! - Me tomó mis ambas manos y me jaló para que bailara. Pero no me dejé, quería sacarla de allí ahora.

- No, Isabella. Vámonos. - Levanté mi voz algo molesto. Tomé su mano, pero insistió en que no y pudo exitosamente zafarse de mí.

- Isabella... ¿O por las buenas, o por las malas? - La amenacé fulminandola con mi mirada tan oscura de siempre.

Ella solo sacó una tonta sonrisa grasienta.

Tardó unos segundos en reaccionar y en responder, se veía mareada y estaba seguro que iba a echar a vomitar o desmayarse.

- No digas que te lo advertí. - Le avisé mentalmente.

Finalmente, la cargué en mi relajado hombro, haciendo que todo su cuerpo pese allí. Suponía, que cayó rendida o bien se ha desmayado, porque no hizo ni el más mínimo esfuerzo.

Con mi vista atenta, buscaba a Fiorella. No la encontraba, no la veía, ¡Mierda, Fiorella!

Decidí dejar atrás a todos ellos, llevandome solo a Isabella.

Salimos de allí.

La adentré en mi coche, colocandole el cinturón de seguridad.

Se había dormido.

•••

La cargué en mis brazos, con el fin de llevarla a la cama.

Pero antes, necesitaba quitarle su vestido.

¿Pero cómo? ¡Mierda!

Era inevitable que no. Mis fosas nasales se ahogaban del olor a tabaco y alcohol. Algo sumamente ¡repugnante!

Abrí su clósed, y tomé una pijama. ¡Genial! Blusa y pantalones rosa pastel, con unos dibujos animados de nubes kawaii.

¡Espantoso! ¿Cómo los humanos usan ésto? - Saqué una leve risa al ver su pijama tan infantil.

Me dispuse a sacarle su pequeño vestido, torpemente: Sinceramente, me ponía completamente nervioso hace eso. No era algo que quería hacer, ni tampoco ella.

Finalmente, el desafío pasó...

HOUNDTERSWhere stories live. Discover now