CAPÍTULO 13

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Buscaba pareja para poder hacer el trabajo pero, nadie.

Marcus y Fiorella no estaban en mi clase, no en ésta.

Enfoqué con toda mi atención a todos, buscando quién quería estar conmigo o bien, quién estaba solo.
Cuando escucho una voz familiar, pero no distianguía quién era.

- ¿Buscabas a alguien? - Sonrió malicioso.

Voltee a mi derecha cuando veo a... OH, NO PUEDE SER. ¿QUÉ HACE ÉL AQUÍ?

- ¡¿QUÉ ESTÁS HACIENDO AQUÍ NOAH?! - Susurré para que no nos escuchen. Soné súper sorprendida. Pues, él no es estudiante. Sería una locura que venga a hacerse pasar de alumno solo para protejerme. Eso sería pasar la raya de sobre pasarme.

- ¿Ya elejieron? - Preguntó el profesor levantando la voz para que lo escuchen. Todos lo miramos con expresiones de un "sí". - Pues, entonces a trabajar.

Mi cara ahora era a una de disgusto, malhumorada. No quería tener un "guardaspaldas", "protector" o ... lo que sea... es ridículo.

Él solo me miró con sus ojos oscuros con cara de picardía. Mi corazón empezó a acelerarse con solo verlo. ¿Qué está pasando? ¿Acaso me gusta Noah?

Trabajamos juntos en clase, leyendo y leyendo... aburrido.

Finalmente, tocó el timbre. Salí, casi corriendo. Quería huír y desaparecer de Noah, no quería que estuviera vijilandome todo el maldito día.

Traté de desaparecer entre toda la multitud de estudiantes, dirigiendome hacia el patio.. como siempre. Estar sola.

Me senté en el banco de siempre, él que estaba allí y pensé. Suspiré lentamente, respirando el aire del principio de otoño. Era relajante, era algo de paz.

Siento una mano posar sobre mi hombro, me asusté.

- Lo siento, soy yo. - Me sonrió aquella persona.

- ¿Marcus?

- Nadie viene aquí, ni mucho menos yo. - Se sentó a mi lado. - Te vi aquí sola y pues... me dispuse a hacerte compañía. - Me miró con sus ojos tan claros, como la miel.

- Gracias. - Reí. - Suelo venir aquí para pensar. - Sonreí mirando el hermoso cielo nublado.

- Y... ¿En qué piensas?

- Ahora en nada. Haz venido. - Reímos ambos.

- Lo siento.

- Está bien. Me haces compañía para reflexionar mejor.

Nos miramos ambos con una sonrisa. Marcus me miró con una expresión curiosa y tierna a la vez. Las miradas nos ponían nerviosos a los dos, por eso de vez en cuando desviaba la mirada al igual que yo.

- No me haz contado mucho sobre tí.

- Tú tampoco. - Reímos.

- Entonces empiezo yo.

No entendía lo que me acababa de decir, supongo un ¿juego de preguntas?

- ¿Cuántos años tienes? - Me preguntó.

- Tengo diezcisiete. - Amaba éstos juegos de preguntas y sabía porqué. - ¿Tú?

- Diezciocho. - Me sonrió. - ¿Pareja?

- Nunca tuve.

Y así fueron las simples preguntas. Algunas divertidas, serias, curiosas.
Lo que me costó reaccionar y contestar, fue las preguntas al respecto de mis padres...

Pero traté de no darle mucha vuelta al tema. No quería pensar en eso.
Le mentí a Marcus.
Le dije que vivía junto con ellos, que tenían un buen trabajo, y todas esas horrendas mentiras salidas de mi boca. ¡Odio mentir! ¿Por qué mentía? Me avergüenza, no lo sé.

Ahora estaba en la segunda clase... Literatura. Ahora con Fiorella y por desgracia también con Noah.

Terminamos la clase y sinceramente, no fue para nada aburrida. Al contrario, fue entretenido.

Fue un largo día hoy, y estaba algo cansada. Tenía que hacer tarea de igual modo de Historia. Con... Noah.

Se suponía que él (Noah) tenía asuntos pendientes hoy y que no me podía llevar ni traer a casa. Y a parte, ¿cómo es que está MI colegio? Eso es imposible.

Me encontré con él por tercera vez en el día, en la puerta principal del colegio. Me ofreció a llevarme.

- ¿Cómo diablos es que estás en mi colegio? - Estaba algo molesta.

- ¿Es tú colegio acaso? - Su voz era calmada, mirandome de reojo.

- Sé que haces ésto para protejerme, pero ya estás invadiendo MI privacidad y eso no es justo. - Ahora sí estaba molesta y muy molesta.

- Estás en lo correcto y te entiendo. - ¿Cómo podía estar tan calmado como si no le importara nada de lo que estaba diciendo? - Pero, en cualquier parte estás en peligro Isabella. Sabes toda la historia y falta aún más por contarte de tí y todos los del otro mundo. - Me miró por unos segundo y volvió su mirada hacía el camino.

- ¿Cómo hiciste para estar allí? - Esa pregunta me rondaba toda mi cabeza. Estaba intrigada de cómo lo hacía.

- Los demonios tienen muchas habilidades. Pronto sabrás todas las que tengo. - Una sonrisa apareció entre su pequeño y hermoso rostro. - Puedo controlar las mentes de los demás... la escuela y profesores me ven como uno de tu edad.

- Ya veo... - Me quedé pensando en un punto fijo del coche. - ¿Y qué más puedes hacer? - Sonaba muy interesante mi pregunta.

- Puedo hablar en tu mente y en el de los demás. Sé mover cosas, crear iluciones, historias inventadas, y más. Interesante, ¿No crees? - Me miró.

Yo solo lo miré y me quedé en silencio por unos largos minutos hasta que llegamos a casa.

- Llegamos.

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