CAPÍTULO 22

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IMÁGEN:

- No debiste haberme llevado. - Dejaba mi abrigo en el sofá y mi mochila en el suelo.

- ¿En plena noche? - Río. - Ni en tus sueños.

- Sé cuidame sola.

- No, no lo sabes. Tienes que ser lista y te enseñaré pronto.

Me enfadaba que me haya dicho que no sabía cuidarme sola. No era una niña que dependía de todo el mundo.

Ya cumpliría mis diesciocho y sería toda una adulta. Soy muy lista, a pesar de todo.

- Para tu información, he tomado unas clases de boxeo y sé cómo defenderme. - Hice un gesto de impaciencia.

Era mentíra lo que decía. Jámas había ido.

- A ver... - Se paró en seco enfrente de mí.

- ¿Qué? - Estaba confundida.

- Pégame, anda. - Sus ojos profundos se clavaron en mí. - ¡Enseñame lo que tienes!

- No lo haré. -

- Tus ojos me dicen que mientes. - Río levemente tranquilo.

- ¿Qué significa eso? ¿Piensas que soy una inútil que no se nada?

- No, al contrario. - Una sonrisa en su cara resaltó. - Eres lo suficientemente fuerte si practicas y entrenas día a día. Pero no sabes... - Dejó de hablar unos segundos para observarme. - Y dejame decirte, que no puedes mentirme. - Un gesto burlón me hizo.

¿Cómo lo hacía?

- ¿Cómo sabes eso? - Fruncí el ceño, sorprendida.

- ¿Te haz olvidado que soy un demonio y puedo saber y hacer todo? - Una sonrisa pícara salió de su boca, haciendo que me estremecera.

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Un escalofrío, temblor y angustia, recorrió mi pequeño y delicado cuerpo. Mi mirada solo estaba en la de Noah y en nada más. Era como si algo o alguien se apoderaba de mí. Me sentía súper rara, y me daba miedo.

Miedo.

Temor a él.

Estaba pálida y mis ojos estaban como platos.

Retrocedí varios pasos hacia atrás, alejandome de él.

- ¿Qué me haz hecho? - Mi voz estaba temblorosa.

- ¿Qué? - Su rostro estaba confundido o eso parecía.

- ¡No te hagas el tonto! Te estás apoderando de... ¿mí? - Una delicada lágrima cayó en una de mis mejillas.

- Jamás te haría daño, Isabella. - Respondió con cautela.

- Cállate. - Grité. - ¿Qué quieres de mí? - Abracé mis brazos helados y temblosoros - ¿Por qué me siento rara? - Seguí continuando hacia atrás.

- No lo sé, Isa. Pero eso es una mala señal... - Se acercaba hacia mí, muy lento. Con sus manos al aire, para tranquilizarme.

No sabía qué significaba eso, y no quería saberlo. Saber que estaba en peligro, me asustaba...

Pregunté qué significaba eso que dijo.

- Significa que Lucas u otro demonio de los míos, vienen a por tí. -

Se veía preocupado e inseguro.

Alcanzaba a ver sus enormes puños aprentando con fuerza, entendiendo que estaba furioso. Estaba serio y su cuerpo estaba tenso. Sus ojos estaban más negros que nunca.

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