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«¿Dónde carajos están?»

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«¿Dónde carajos están?»

Jeno siente un escalofrío recorrer su espina dorsal y respira profundamente, sus manos están aferradas a uno de los gigantescos árboles que se sitúan en el bosque.

La noche tan oscura y espesa no le permitía ver nada, incluso la linterna que traía consigo era una pérdida de tiempo.

Estaba a punto de perder la cabeza. No podían escaparse del bosque, no conocían ni una ruta segura que los llevará a la salida, incluso si así conociesen, estarían desorientados por el simple hecho de que más de una de éstas los llevaban nuevamente a las cabañas.

El bosque era un laberinto hermoso y caótico.

—¡¿Dónde carajos están?!—exclama perdiendo la poca paciencia y cordura que le quedaba.

Su voz hace eco por todo el lugar, son segundos en los que él debe de callar y sentir luego como una rama cruje detrás suyo. Dándose la vuelta con rapidez, se encuentra con una sombra que pasa como un rayo de luz y distingue a Taeyong llegando hasta él.

—¿Dónde está Chenle?—pregunta en cuánto no lo ve junto a él.

—Quemando la cabaña, escuchamos sirenas acercándose—murmura y traga con fuerzas—. Están aquí, Jeno. Llegaron.

— Entonces comienza a buscar por cada maldito rincón de este bosque a los muy hijos de puta—sentencia—. Los policías han perimetrado mucho por estos lados y estoy seguro que conocen bastante, si ellos los encuentran primeros que nosotros, estaremos muertos.

—¿Y qué si pudieron salir del bosque?—Taeyong suena temeroso—. Chenle me ha dicho que hirió a uno.

— No deben estar muy lejos, Taeyong. Es imposible que conozcan el bosque como nosotros—niega y revuelve sus lacios cabellos—. Tú ve por el lado izquierdo y yo iré cerca del lago, si los encuentras, manténlos retenidos y-

Los ojos se Jeno se desvían cuando nota una gran llamarada que se produce detrás de Taeyong. Si bien estaban a unos cuantiosos metros, ésta se podía apreciar bien.

Excelente. Deshaciéndose de las pruebas en su contra.

— Vamos, no perdamos el tiempo—Taeyong lo saca de su ensimismo, pues Jeno tenía una sonrisa casi triunfadora en sus labios.

Ambos salen en direcciones opuestas con sus armas cargadas y listas para disparar cuántas balas sean necesarias. Acabarían con ellos, de eso no tenían ni una maldita duda.

Por otro lado, unas diez patrullas de la Policía se encontraban frente a ese gran portón que los dividía de los chicos en peligro.

—¡Maldita sea, abra el maldito portón!—John exige rojo de la furia—. Usted está detrás de esto también, ya no hay ninguna cosa que pueda hacer para seguir encubriendo a los miserables que retienen a los chicos.

La Tragedia De Busan [NCT] [finalizada]Where stories live. Discover now