La Tragedia De Busan [NCT] [finalizada]

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Su respiración estaba al borde de ser prácticamente nula, su vista poco a poco se nublaba y las fuerzas querían abandonar su cuerpo. Sin embargo, él quería salir de allí y volver a recuperar una libertad que le fue arrebatada aquella noche en esa fiesta.

Una fiesta a la cuál no quiso asistir pero terminó haciéndolo por sus amigos...

—¡No podrás correr por mucho tiempo Jaemin!

El nombrado gira apenas su cabeza y se encuentra como Jeno y Taeyong están cada vez más cerca suyo. El pánico quebrajea su espalda, lo hace temblar y en un descuido, casi cae al húmedo suelo que estaba mojándose gracias a la lluvia que poco a poco comenzó a caer sobre ellos.

—¡No tiene caso que sigas escapando!

Sí. Sí tenía caso, tenía muchas razones. Él le prometió a Renjun y Yuta volver. Aún necesitaba ver a su madre y asegurarse de que esté bien y abrazarla aunque ella odié el contacto físico.

Necesitaba hacer muchas cosas.

En un momento, Jaemin escucha un gran estruendo que moviliza toda la tierra y allí sí cae ocasionando que su cuerpo se deslice gracias al lodo y termine cayéndose por un pequeño barranco. Si bien no era lo suficientemente alto, su cuerpo ya no podía soportar ni un golpe más por lo que, emitió un quejido que rápidamente se obligó a callar.

Las gotas caían sobre su rostro, eran espesas y duras, golpeaban fuertemente sus mejillas heridas y parecían apuñalar cada parte de su sensible piel. Aún así, no quería rendirse, por eso, con toda—o la poca—fuerza que tenía, se levantó dándose cuenta que algo más se había incrustado en la herida de bala que Chenle le proporcionó.

—No, no...—susurra a sabiendas que no podría correr, incluso estar parado era un infierno.

—¡¿Dónde está?!

—¡Cayó por aquí! No debe estar muy lejos, sigue buscando.

«Malditos hijos de puta, déjenme en paz». El chico pensó para sus adentros mientras se arrastraba hasta un gran árbol que intentaba usar como escudo.

Si bien no podía ver mucho gracias a la oscuridad tan densa, sabía que sus intentos de frenar el sangrado fueron inútiles. La herida seguía desprendiendo cada vez más y más sangre, de hecho, ahora ni siquiera eran gotas, sino que parecía irse en litros y eso lo ponía enfermo.

Apoyando su cabeza en el tronco, suspira fuertemente y parpadea varias veces. Un sinfín de recuerdos vienen a su mente creando una bonita película, que si bien tenía algunos matices extraños, él prefería éstos antes que estar viviendo lo que ahora.

—No te puedes rendir, Jaemin. No puedes—se dice a si mismo y remoja sus labios sintiendo un poco de sangre en éstos—. No p-

Cualquier palabra que estaba a punto de pronunciar se ve interrumpida cuando escucha sirenas acercándose.