La Tragedia De Busan [NCT] [finalizada]

Capítulo Especial.

 

Trece de Agosto. Finalmente su cumpleaños llegó y eso es algo que lo ponía de buen humor.

A Jaemin le gustaba cumplir años, especialmente porque sentía que era un año más en dónde pasaba cualquier adversidad que la vida misma le ponía.

Veintiún años, ni más ni menos. ¿Quién lo diría?

Llegando a su hogar, el chico de cabellos azules descuelga el bolso que mantenía en su hombro izquierdo y sonríe felizmente al escuchar como su madre parece estar haciendo algo en la cocina.

—¿Mamá?—llamándola con cierto deje de curiosidad, poco a poco se acerca hasta dicha habitación.

Allí se encuentra con su madre, la cuál está fumando. Ella solo se encarga de mirarlo por unos cutres segundos y luego vuelve su vista a la revista de modas que tanto le gustaba.

Jaemin puede diferenciar ésta. Pues es la última que su padre le regaló a su madre. Exactamente tres días antes de su suicidio. Así que, ella lo conserva como un tesoro.

— Mamá, hola—acercándose hasta ella, intenta abrazarla pero recibe un rechazo cuando se niega—. Bien, supongo que no estás de ánimos.

—¿Sabes por qué no estoy de ánimos, uh?

Dejando de lado la revista, estampa ésta contra la mesada y mira fijamente a su hijo sin una gota de simpatía. Él mantenía un aura tranquila, casi rozando la paz y eso también lograba ponerla enferma de los nervios.

No entendía cómo podía estar así, tan en paz cuando dentro de esa casa abundaba la mala suerte.

—Hoy vinieron a cobrar la renta por tercera vez y no tengo ni un céntimo para darles el dinero que piden, Jaemin—expulsa molesta—. Ya no tengo dinero, no hay.

La boca de Jaemin se transforma en una pequeña «O».

—¿Y el dinero que te di hace dos semanas atrás?

Yoona solo puede chasquear su lengua y volver a tomar la revista evitando el contacto visual con él. Realmente no le diría en que lo gastó.

—Tuve que comprar comida, aún sigues viviendo aquí y comes como nunca en tu vida. Deberías de dejar de hacerlo, engordaras.

Jaemin se mira a si mismo y no ve ningún cambio físico en él. De hecho, siente que ha perdido peso y eso le preocupa, pero no puede asistir a una cita médica porque no tiene el dinero suficiente como para pagarlo.

—¿No tienes un poco? Quizás si le entrego algo al viejo pueda compadecerse de nosotros y nos dejará de molestar.

Sí. Él tenía unos pequeños ahorros pero eran para comprarse un pastel por su cumpleaños. Aunque viéndolo bien, eso podía quedar en segundo plano y darle el dinero a su madre para que pueda pagar, al menos, la mitad de la renta y no tener que estar viviendo en las calles.