Invasor

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En la noche estaba acostada esperando que la vida me diera una respuesta cuando escuché que tocaban con fuerza la puerta. La necedad me asustó, sin embargo, el condo en el que estoy viviendo es muy seguro y sé que aunque no me lo digan directamente mi papá siempre tienen seguridad en nosotros. El tío Sebas es muy exigente y muy intenso con respecto a nuestra seguridad. Abrí la puerta y vi a mi hermano. —¿Qué estás haciendo?—pregunté al ver esas maletas.Una colección de maletas. —¿Qué?—Sergio, esas son maletas. —Necesito muchas cosas, tendremos que compartir oficina, pero... Somos hermanos, no tienes un hombre y quiero que esos bebés me digan papá. —¿Quieres que mis hijos te digan papá?—Mi mamá hace que tú le digas mamá. —Yo elegí eso, guapo. Porque amo a mi mamá. Sergio se quedó mirándome a los ojos. Luego de un par de segundos me dio un beso en la frente y me quitó la mano de la puerta y avisó que la cena estaba por venir. —No sé qué comen tú y cosita, pero compré carne, pescado y pollo, algo te tiene que gustar. —¿Y qué más?—pregunté. —Sopa, pan, arroz, unos vegetales salteados y creo que un pastel. Reí y fui hacia la cocina, mientas Sergio metía varias maletas en su nueva habitación. Antes de entregárselas me asomé al pasillo para verificar que todo estuviese bien y no hubiese dejado nada botado. Busqué la cerveza favorita de mi hermano y se la llevé a la habitación que eligió para él. Sergio sonrió y me pidió permiso para hacer unas llamadas. Me acerqué y le di un abrazo. —Gracias, no tienes por qué hacer esto. En serio... No tenés qué cambiar tu vida por mí... Los dos nos quedamos mirando y él sonrió. —Eres mi hermana mayor, si me dejaran un bebé en la puerta tú me ayudarías alguien dejó un bebé en tu útero, obvio voy a ayudarte. La puerta volvió a sonar y me hice una fuerte nota mental para decirle al portero que dejase entrar a mi apartamento sobre todo la gente que anda como locos por la vida. Abrí y me encontré con un buen ramo de tulipanes y rosas de color rosado. Me acercaron la tarjeta, pero no necesitaba demasiado para descifrar quién era mi repartidor. Querida Mily, felicidades en esta nueva etapa de tu vida, la más mágica y especial con amor Drake. —Gracias. —Respondí. —Me dejas pasar. —Claro, Sergio está aquí. Milymu, la cena llega en veinte, voy a tomar una ducha —Comentó y vio a Drake y se saludaron con un puño. —Voy a ducharme y no voy a salir hasta que no me digan. Cualquier cosa el portero tiene orden de subirnos la cena con el botones. —Gracias, señor presidente—respondimos Drake y yo. Le pregunté a Drake si quería beber algo y negó con al cabeza antes de señalar el sofá. Me dio un beso en la mejilla y me preguntó como me estaba sintiendo con la noticia. —Te dije que vi un video y me enteré que mis condones orgánicos e hipoalergénicos son una mierda. Pensándolo bien, voy a hablar con mi abogada. —Sí, seguro que debes demandar. —Eso es lo que pienso—Los dos sonreímos. —Mily, por qué siempre tiene que ser tan complicado entre nosotros... —No sé. —No vine a discutir. Sabes que te amo, que siempre eres y serás la gran prioridad de mi vida. Eres el amor de mi vida. Así que voy a estar aquí, sea o no sea mío y cuando pase el embarazo o cuando sea que creas que es el momento podemos determinar qué pasa con nosotros. —Lo siento, de verdad siento que estés en este embrollo por mi culpa. —Me he metido en peores cosas. Los toques en la puerta me interrumpieron. Me puse en pie y fui por lo que asumí era la comida y así fue. Drake me alcanzó en la puerta y me dio un beso en la mejilla, me recordó que en todo lo que quisiera gustoso estaría. Le abracé y volví a disculparme, porque a quién más me dolía lastimar era a Drake nunca ha sido menos que romántico y dulce conmigo y yo, terminé siendo una perra despiadada que se acuesta con cualquiera. Mi hermano salió y me preguntó si tenía sal, me le quedé viendo. —¿Para? —Las vibra Mily —respondió y fui corriendo a la cocina. —No creo que sea esta, pero me dijeron sal. —Ya está la comida, así que acaba rápido. Mi hermano prometió regresar en nada y escribí un mensaje a mis Chicas Superpoderosas Mily Estoy triste, preocupada y avergonzada. IsaTrata de no estar ninguna, estoy haciendo unos días locos de trabajo y pronto, prontísimo estaré contigo y esa hormiguillabebé. Pri¡¡¡Me vas a matar!!! Mily ¡¿Qué hiciste?!PriHoy salió en mi internet unas cosas y acaban de llegar y son muchas Mily, creo que me abusé. Priscila nos envió una fotografía con una diez cajas, de lo que sospecho es ropa de bebé, objetos que no sé que necesito y otros que le parecieron divertidos. Mi amiga aclaró que todo, todo, TODO era para el bebé y nada para mí. Las tres reímos. Isabela le recordó: Tú eres la más sana de las tres. PriLo sé. La que hace estas cosas es Lucrecia. Mily¿Estás bien?PriEstoy bien. Solo agotada como nunca. Estoy trabajando como nunca y solo quiero estar en casa en familia. Isa. Te entendemos, Pri. Ser adulto es un castigo. Hablemos por privado que quiero sorprender a Mily. Mily, no te sientas mal. Tu situación es extraordinaria, pero viene algo tan bueno, un ser tan puro y lleno de amor que cuando lo veas te olvidarás del qué dirán, de las familias, de la vida entera y por ahora tienes que enfocar tus energías en que venga sano y que estén bien los dos. PriTe amamos mucho y tiene unas tías/ madrinas/ segundas mamás que le ADORAN. Yo nunca he estado tan feliz como hora. Siento que es el momento perfecto. Mi hermano me sacó del teléfono. Señaló la comida y fue por un par de paltos antes de preguntarme qué quería comer y los dos caldos estaban buenísimos, uno era sopa de pollo, la básica y elemental y el otro una crema de hongos. Probé la carne que Sergio estaba comiendo y mi hermano me tomó de la mano. —¿Qué dijo el doctor?—Todo está bien. El invasorcito está implantado. Está sano, es hermoso para ser un frijo de cuatro semanas, la cosa es que tengo que esperar dos o tres para un nuevo ultrasonido y me aumentaron la cantidad de vitaminas. Tengo que hacer exámenes para lo de la coagulación,v er al doctor, blah bla... Así como una lista de hormonas eterna y la incertidumbre de hacer o no la amniocentesis por enfermedades genética y el ADN. Tengo demasiado que leer. Todo son riesgos, abortos, muerte, sangrados. No sé, me da miedo que algo le pase. Quiero al Invasor. —¿Invasor? No, no. No puedes llamar a mi sobrinito así. Cosititita—reí. —Colonizador—propuse. Continuamos comiendo mientras mi hermano y yo leíamos en internet algunas formas agradables de llamar al bebé en el vientre, entree llas encontramos: frijo, semilla y buburbuja, sabía que Burbuja era lo que había usado la tía Marce con Amanda y le seguía llamando así aunque ya no le guste tanto, y a los gemelos pelotitas, mientras que a las mellizas les llamó haditas.—Tal vez cuando sepa qué género es el bebé pueda ponerle alguno bonito, pero por ahora el ¨invasor¨en mi útero. Es eso o parásito. —¿Recuerdas qué te hizo terminar con ellos?—Lo recuerdo, con cada uno. —¿Quieres contármelo porque estás en una posición de culo? Siento que vas a tener un hijo con un hombre al que no amas. —Puesto así suena horrible. Es más complicado que no amarnos, es que les amé mucho en una época y ahora... —Tenemos toda la noche. Creo que podemos resolverlo. —Bien, ¿con quién quieres que empiece?—pregunté. — Eso sí abre una botella de vino voy a oler la copa.

El bebé del millonarioWhere stories live. Discover now